miércoles, 13 de mayo de 2020
CONTROL – 14/05/2020
Una vez más, el gigante asiático ha vuelto a poner toda su maquinaria de control a trabajar. Las autoridades chinas han comenzado a silenciar, e incluso se habla de desapariciones, a todos aquellos que tienen algo que decir sobre la gestión del virus liberado en Wuhan que ha causado en el país miles de muertos. Descontentos con el desarrollo de los acontecimientos, a algunos familiares de las víctimas, abogados o activistas les une un frente común: el de demandar al Gobierno chino.
Pero Pekín, curtido en acallar las voces críticas dentro del país, ha tirado de censura y amenazas para que la imagen ofrecida sobre su respuesta a la epidemia que ahora azota otros países, quede impoluta. Con esta represión, el Partido Comunista está tratando de evitar que se hable sobre lo que sucedió en Wuhan más allá de la versión oficial del Gobierno, que es el único capaz de salvar al país de semejante crisis gracias a su sistema totalitario.
Hasta donde se sabe, la policía ha interrogado a familiares de algunas de las víctimas que se han conectado entre ellos a través de internet. Las autoridades chinas han advertido a los abogados para que no representen a nadie que quiera presentar una demanda contra el Gobierno. Y otros que han tratado de burlar la censura preservando informes sobre el brote han desaparecido.
Según el periódico norteamericano The New York Times, tres voluntarios de Terminus2049, una web que se dedicaba a recopilar y archivar artículos censurados sobre la difusión del coronavirus, desaparecieron el mes pasado en Pekín. Chen Kun, hermano de uno de los desaparecidos, Chen Mei, explicó a ese diario que había advertido a su hermano de que podían correr riesgo al llevar a cabo ese proyecto, pero no se imaginó que sería tan grave. Tras su desaparición, Chen habló con la familia de otro de los voluntarios desaparecidos, Cai Wei. Ellos le dijeron que Cai y su pareja habían sido detenidos y acusados de "provocar problemas", un cargo recurrente utilizado por parte del Gobierno para acusar a los disidentes. Ahora teme que su hermano haya corrido la misma suerte. Otras páginas web han sido censuradas y sus trabajadores interrogados.
A pie de calle, las autoridades chinas tampoco dejan espacio a la crítica. En la provincia de Hubei, la policía arrestó el mes pasado a una mujer que organizó una protesta por los altos precios de las verduras.
Sobre los familiares de las víctimas pesa un férreo control como el reconocimiento facial y el sistema de puntuación de crédito ciudadano. Quien baja de cierta nota no puede utilizar el transporte público, comprar, etc. Ya son millones de chinos monitorizados por este sistema. Según dicen, están siendo acosados y sometidos a una estrecha vigilancia con el fin de que no cuenten lo que realmente sucedió en Wuhan. Allí, muchos creen que la cifra de fallecidos supera con creces la ofrecida por el Gobierno.
https://www.larazon.es/internacional/20200506/dkzpnzxx2ndczjav3rngc6qqfy.html
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