P L I N E A N D O
domingo, 17 de mayo de 2020
BADIYA – 18/05/2020
Con las primeras luces del 14 de julio de 1958, Irak despidió a su monarquía. Fue un final sangriento. Una unidad del ejército irrumpió a primera hora de aquel lunes en el palacio Rahab de Bagdad. Nadie opuso resistencia, ni siquiera la guardia, pero, uno por uno, los miembros de la familia real fueron fusilados frente a las tapias del recinto. Desde el rey Faisal II hasta el príncipe heredero Abdalá o su madre, la princesa Nafisa.
La muerte no detuvo la violencia. Sus cuerpos fueron luego mutilados con cuchillos rebanadores de carne, colgados de edificios y exhibidos por las calles de Bagdad. De aquella carnicería escapó, por puro azar, la princesa Badiya. La tía del rey era memoria viva de aquel traumático desenlace del reino Hachemita de Irak, fundado en 1921 tras la derrota del Imperio Otomano.
Ahora acaba de fallecer en Londres tras cumplir un siglo de vida. La princesa cambió las aguas del Tigris por las del Támesis y convirtió la capital británica en su refugio. La mañana en la que los hombres del coronel Abdelkarim fusilaron a su familia, no se encontraba en palacio. Advertida del crimen, la princesa logró abrirse paso por un Bagdad envuelto por la revuelta junto a su marido y sus tres hijos.
La pareja y sus vástagos hallaron cobijo en la Embajada de Arabia Saudí de la capital iraquí. En sus dependencias residieron un mes hasta que, con la garantía expresa del rey Saud, la familia puso rumbo al exilio. Primero volaron a Egipto, el país que había inspirado la asonada, y más tarde continuaron su viaje hacia Suiza y Reino Unido, donde se instalaron. Relató aquel desgarro en sus memorias.
En su biografía anida la convulsa historia de las monarquías de Oriente Próximo. Era, al mismo tiempo, la última princesa del reino de Hijaz y del reino Hachemita de Irak. Su dinastía fue establecida en 1916 por Sharif Husein, autoproclamado rey de Hijaz, una región situada en la actual Arabia Saudí, líder de las revueltas árabes contra los otomanos.
Con el fallecimiento de la hija del rey Ali un capítulo notable de la historia moderna de Irak toca a su fin. La princesa era parte de la escena cultural y política que representaba a Irak.
Alejada de los focos, el protagonismo público lo acaparó en las últimas décadas su hijo Sharif, un banquero educado entre el Líbano y Reino Unido que abandonó Bagdad con apenas dos años y reivindica ahora sus derechos dinásticos. Crítico acérrimo de Sadam Husein, trató de defender el retorno de la monarquía tras la invasión estadounidense del país. Con el apoyo de su difunta madre, defendía las bondades de restablecer el trono: "La mayor parte del pueblo daría la bienvenida al regreso de la monarquía porque consideran que es un sistema que garantiza la reunificación de la sociedad iraquí". Unos sueños que su centenaria madre no pudo ver cumplidos.
http://www.elmundo.es/loc/casa-real/2020/05/14
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