3 de febrero de 2020

CABALLERIA

domingo, 2 de febrero de 2020


CABALLERÍA – 03/02/2020

El espíritu de caballería es sobre todo una forma de ser, una mentalidad que se manifiesta principalmente en el combate, pero también en la actitud de un hombre durante toda la vida, en todo. Es un espíritu de lógica, de coherencia, de fuerza de alma por la cual el hombre tiene una noción exacta de su dignidad. Su dignidad de hombre y de su dignidad como católico. Su dignidad como teniendo en la escala de valores humanos una cierta situación que tiene que hacer respetar. Lo propio del espíritu de caballería es este orden jerárquico, este orden de valentía, de una buena adecuación de las cosas, el caballero lo ama de un modo combativo. De modo que no soporta ninguna forma de violación de este orden, sin que esté dispuesto a intervenir con la fuerza y a ​​ "poner los puntos sobre las íes", pero de acuerdo con el sentido común, de acuerdo a la forma correcta de las cosas. Por esto, el hombre es un caballero en el salón cuando se comporta con amabilidad, pero con distinción, haciendo entender que con él no se juega. El caballero es serio, el caballero no es juguetón. Habitualmente es serio, es amable, pero no bromea y con él no se juega. Y la gente comprende que tiene que ser respetado. No quiere ser respetado más de lo que vale, pero tampoco quiere ser respetado menos de lo que vale. Tiene el ojo vigilante sobre esta línea de respeto, y el pie que la transgreda, aunque sea una señora, sabrá hacerle una reverencia y después decir lo que tiene que decir. Estas son actitudes que indican mucha profundidad de alma, porque el alma para entender bien todo esto y proceder de esta manera tiene que ser muy profunda. Muy profunda no significa necesariamente muy inteligente, el caballero no es necesariamente un filósofo, pero tiene una visión clara y profunda de las cosas, por lo que se da cuenta de que esto es así, entonces la consecuencia es tal o cual. Es muy lógico, muy coherente y muy fuerte. No tiene miedo de las consecuencias, las saca todas para sí mismo y para los demás, a toda costa y, en cualquier caso. Por esto el caballero ama la sublimidad. Le gusta pensar en las cosas que ve en su aspecto más elevado, prefiere las cosas serias, elevadas y nobles a las cosas ordinarias, comunes, sin importancia. Colocado, por ejemplo, ante un gran monumento, trata de comprender la sublimidad de ese monumento. Situado frente a la torre de una iglesia, busca la sublimidad de esa torre. Situado frente a una armadura medieval, trata de ver la sublimidad de esa armadura, porque toda su alma está vuelta hacia la adoración y, por tanto, vuelta hacia el gusto de todo lo que es elevado, sublime, y al desprecio de todo lo que es banal, lugar común, que no tiene importancia real. Estos son algunos trazos del alma del caballero que explican su valentía. Porque un hombre sólo tiene el coraje de sacrificar su vida, o quedar inválido el resto de su vida, si comprende bien el alto fin por el cual está actuando y es capaz de un amor continuo y eficiente hacia ese fin. Si no, no será valiente a la hora del combate.

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