NOVEDADES
CONTRA-REVOLUCIONARIAS
viernes, 27 de diciembre de 2019
WOODSTOCK – 28/12/2019
Entre los festivales musicales de rock en los años 60, la Feria de Arte y Música de Woodstock fue la más famosa. Realizada en una granja cerca de Bethel, en el Estado de Nueva York, durante agosto de 1969 el festival se volvió en la representación icónica de la cultura hippie. El lodazal de sexo, drogas y música fue el símbolo de la contracultura de los años 60 que destruyó la moral y buenas costumbres.
El concierto fue un desastre, incluso desde el punto de vista organizativo. Todo lo que podía salir mal, salió mal. Los organizadores planearon un evento para 200.000 personas cuando fueron casi 400.000 las que llegaron a sus puertas, donde exigieron y recibieron entrada gratuita. La seguridad se vino abajo. Las carreteras estaban colapsadas con los vehículos que intentaban llegar. Las fuertes lluvias crearon un mar de lodo que se mezcló con la promiscuidad, las drogas, especialmente la marihuana, que dominaron el festival.
John Fogerty, del grupo rockero Creedence Clearwater Revival, describió una escena de la madrugada como una pintura de Dante, con todos los cuerpos del infierno entrelazados, dormidos y cubiertos de barro.
En agosto de este año se cumplía el cincuentenario del evento que marcó su época. Algunos pedían celebrarlo con otro concierto, pero el intento de hacer un Woodstock 50 fracasó, fruto indirecto del primer festival, el cual propagó el deseo de hacer solo lo que a uno le apetece y sin asumir responsabilidades. Los promotores esperaban recrear la "magia" del festival original, pero solo lograron recrear el desastre. Como en 1969, todo salió mal. Programado para mediados de agosto, Woodstock 50 fue cancelado abruptamente el 31 de julio.
El mito de Woodstock afirmaba que el evento fue la expresión de una nueva era de libertad, amor y paz. Sin las restricciones de la moral cristiana y las estructuras sociales, las personas podrían imaginar con John Lennon un mundo perfecto viviendo todos juntos en armonía, sin propiedad, sin naciones, sin leyes, sin autoridad y sin Dios.
Sin embargo, como en todas las fantasías utópicas, la realidad destroza las ilusiones. Un mundo moldeado según Woodstock es una pesadilla. De hecho, sin cortesía y corrección, la sociedad se llena de fricciones y discordias. Cuando todo es espontáneo e indefinido, no puede haber certezas ni convicciones. Donde no hay restricción, las pasiones desenfrenadas ejercen una verdadera tiranía.
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