NOVEDADES
CONTRA-REVOLUCIONARIAS
lunes, 16 de diciembre de 2019
NOCHE – 17/12/2019
Una forma trivial de considerar la hora del día es de acuerdo con las necesidades de nuestro cuerpo, por lo que comúnmente se dice que la mañana es la hora en que las personas se levantan y comienzan su trabajo, mediodía, la hora en que almorzamos y por la noche uno duerme, descansa.
En cuanto a la noche, hay una forma física de considerarla como la parte del día en que hay oscuridad o el período en que la mayor parte de la gente no trabaja. Pero estas consideraciones no abarcan todo lo que realmente se concibe por noche. Todas las fuerzas del mal de la naturaleza se desatan cuando oscurece. Mientras los colibríes, las águilas y las palomas duermen, los animales salvajes como los murciélagos y los reptiles salen de sus madrigueras y comienzan a vagar. Este es el momento en que aumentan las fiebres, la enfermedad empeora y se cometen la mayoría de los delitos. Hay un desatarse de las fuerzas maléficas durante la noche, que durante el día están subyugadas.
Joseph de Maistre, que vivió en una época en que no había teléfono, comentó que, durante las noches, cuando las enfermedades, las muertes y los desenlaces trágicos aumentaban, permanecía sin noticias sobre amigos enfermos, ya que los peligros de la noche le impedían enviar al lacayo a su casa para saber cómo se encontraban. Sin embargo, por la noche, cuando los hombres descansan, cuando cesan las actividades diarias, hay algo concomitante que es algo contrario a esto. Es el aspecto bello y grandioso de la noche, en el que los hombres de contemplación y pensamiento toman cierta distancia de las cosas. Es la hora del análisis, de la reflexión, la hora en que los hombres se elevan por encima de la trivialidad cotidiana, en el que emprenden el vuelo de su espíritu y de su capacidad de meditación como se refleja en el cuadro del holandés Petrus van Schendel famoso por sus escenas nocturnas.
La noche es la hora de la oración, cuando Dios parece velar asiduamente por los que están durmiendo. También es la hora en que los hombres más fácilmente consiguen, por medio de la oración, obtener de Dios lo que desean. Es la hora en que vigilan los que sufren, los que se sacrifican por la Iglesia. Es la hora en que se esfuerzan defensivamente los que están tentados, atormentados e incapaces de conciliar el sueño. En esa hora se medita y se reza.
Hay algo particularmente digno en la meditación nocturna, y esto le confiere a la noche una especie de nobleza que incluso el mediodía, con el sol en su apogeo, no puede proporcionar. En esta hora la vida adquiere un colorido especial, más noble, más elevado. Esta nobleza y solemnidad de la noche es un hecho. Hasta tal punto que ciertos actos solemnes se realizan por la noche al quedar revestidos de mayor pompa que si fuesen realizados durante el día.
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