20 de febrero de 2018
Insultar a las víctimas
Insultar a las víctimas
El homenaje a dos etarras muestra las dificultades de la normalización
vasca
Homenaje
en Andoain a los dos etarras excarcelados este domingo. JAVIER
HERNÁNDEZ JUANTEGUI EL PAÍS
El pasado domingo, unos doscientos vecinos de Andoain (Guipúzcoa)
celebraron en el centro del pueblo un homenaje a dos etarras involucrados en el
asesinato de Joseba Pagazaurtundua. Los ensalzados protagonistas de este
ignominioso acto, Iñaki Igerategi e Ignacio Otaño, han cumplido seis años de
prisión tras haberse encargado del cobro de la extorsión a la que sometía ETA a
empresarios vascos y por ser los chivatos que facilitaron a la banda el ataque
a Pagazaurtundua, militante socialista.
El homenaje no es solo un insulto para las víctimas del terrorismo y un
hecho que denota una falta absoluta de sensibilidad hacia ellas. Puede haber
vulnerado la Ley de Víctimas promulgada en el País Vasco en 2016 y, además, ser
constitutivo de un delito de enaltecimiento del terrorismo. Por eso, la
Fiscalía de la Audiencia Nacional abrió el lunes una investigación sobre lo
ocurrido.
El triste espectáculo de Andoain —en el que, por cierto, hubo muchos
niños— sigue repitiéndose todavía con demasiada asiduidad en el País Vasco más
de seis años después de que la banda terrorista, derrotada, haya depuesto las
armas. Según la dirigente popular Amaya Fernández el año pasado se produjeron
en Euskadi 78 homenajes similares. Ello viene a demostrar que, en efecto, como
ha declarado el lehendakari Íñigo Urkullu, parte de la sociedad vasca sigue
atascada en esa diabólica dinámica que ha convertido en héroes a chivatos y
matones y que ha humillado sistemáticamente a las víctimas. Demuestra también
que el daño social que causan cuarenta años de terrorismo, extorsión y
propaganda no se extingue tan fácilmente.
El homenaje de Andoain ha tenido más repercusión que el resto de los que
se organizan para recibir a los presos excarcelados porque en el mismo pueblo
se había celebrado días antes un acto en memoria de Joseba Pagazaurtundua.
También, porque seis dirigentes del PP se enfrentaron a los manifestantes, lo
que les costó los consabidos insultos. De hecho, Urkullu ha sido cuestionado no
por el homenaje a los chivatos, si no por la protesta de los populares.
Paradojas de esa dinámica infernal que se ha adueñado de la sociedad vasca
durante tanto tiempo. Finalmente, lo de Andoain ha trascendido más porque el
acto contó con el consentimiento de la alcaldesa Anne Karrere, de EH Bildu, una
formación que oficialmente proclama, sin embargo, su voluntad de
reconciliación.
Frente a tan lamentables circunstancias conviene analizar en perspectiva
los avances de la sociedad vasca hacia la reconciliación. Los homenajes no son
actos masivos como antaño y el Gobierno Vasco está firmemente comprometido en
la tarea de restañar las heridas abiertas en una sociedad rota tras más de 800
muertos y 20.000 víctimas de armas, extorsiones y secuestros. A la importante
Ley de Víctimas se ha añadido un discurso oficial claro por la normalización y
se han promocionado iniciativas como los encuentros entre víctimas y
perpetradores. Se trata de recuperar unos valores que el terror pervirtió
durante demasiado tiempo. Ojalá este homenaje sea solo un eco del pasado en
vías de extinción.
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