28 de febrero de 2018
Adiós al Ritz, el hotel que impuso un código de etiqueta en Madrid
Vestíbulo de hotel Ritz de Madrid.
Adiós
al Ritz, el hotel que impuso un código de etiqueta en Madrid
El grupo Mandarin Oriental acomete la
mayor reforma del local, que abrirá de nuevo en 2020
El arquitecto Rafael La-Hoz dirige la
obra en la que se invertirá 99 millones de euros
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Madrid 28 FEB
2018 - 15:24 CET
Este miércoles, cuando el último cliente realice el check-out,
el hotel Ritz de Madrid cerrará sus puertas.
Y lo hace para acometer la reforma más importante de su historia, en la que los
actuales propietarios, liderados por el grupo Mandarin Oriental, invertirán 99
millones de euros. Las obras, dirigidas por el arquitecto Rafael de La-Hoz y los interioristas franceses Gilles & Boissier,finalizarán a finales de
2019. El nuevo hotel tendrá 106 habitaciones y 47 suites, además de una lujosa
Suite Real, de 188 metros cuadrados. El restaurante se trasladará al espacio
original, con acceso directo a la terraza. Otra novedad: se volverá a
instalar una cubierta de cristal en el centro del hotel que permitirá que la
luz entre en el salón, como cuando se inauguró.
Fue el 2 de octubre de 1910 cuando el Ritz abrió
sus puertas, convirtiéndose en uno de los hoteles más elegantes de Europa. Su
inauguración estuvo acompañada de todo el boato que la ocasión requería, al
contar con la asistencia de la reina Victoria Eugenia y del rey Alfonso XIII,
impulsor de la iniciativa de crear el primer hotel de lujo en España, siguiendo
los estándares de excelencia de numerosos hoteles-palacio europeos. El monarca
recordaba que durante su propia boda, celebrada unos años antes, los invitados
reales tuvieron que ser hospedados en casas particulares, ya que la oferta
hotelera en Madrid no estaba a la altura de tan ilustre evento. Fue él mismo
quien convenció a amigos aristócratas y empresarios para que tomasen parte de
este ambicioso proyecto, convirtiéndose en uno de los mayores accionistas de la
nueva Compañía de Desarrollo Ritz.
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También se invitó a Cesar Ritz, padre del hotel
francés, a participar en este proyecto. El sello que distinguía a este
hostelero eran las proporciones de su arquitectura, la belleza y el gusto
exquisito de su diseño interior, así como la atención de los pequeños detalles
y la comodidad. A lo largo de su historia, la propiedad ha cambiado de manos
en varias ocasiones: en 1932, fue adquirido por el empresario belga George
Marquet, que impuso un estricto código de etiqueta, como el uso obligatorio de
la corbata o el veto a las mujeres que llevaban pantalón, ya que consideraba
que no todo el mundo reunía las condiciones para ser cliente del Ritz.
Valoración que se regía no solo por el poder económico, sino por el pedigrí
familiar, la educación, el estilo y las buenas maneras. De hecho, a día de hoy,
las zapatillas, el pantalón corto y la camiseta solo se puede llevar en el
jardín y en el gimnasio. En una ocasión, uno de los directores del hotel
se vio entre la espada y la pared al ver que Jennifer López entraba en el
restaurante a desayunar con mallas deportivas. Las miradas de admiración de los
clientes hicieron que desistiera en la amonestación a la estrella.
La familia Marquet vendió el negocio en 1978 al ex
alcalde de Barcelona Enrique Masó. Tres años más tarde fue comprado por el
grupo británico Trusthouse Forte. En 2003, tras un breve periodo como hotel de
Le Meridien, fue adquirido por Orient-Express, que en 2014 pasó a ser
Belmond. En 2015 fue adquirido por Mandarin Oriental por 148 millones de
dólares, en una operación conjunta con el grupo financiero The
Olayan Group.
Lo que es una incógnita es el nombre que lucirá el
nuevo Ritz cuando abra de nuevo sus puertas en 2020. Hasta entonces, los cerca
de 250 empleados del hotel recibirán formación en los locales que tiene
repartidos por el mundo el grupo Mandarin Oriental.
El código de etiqueta
del hotel fue algo más que una leyenda. Fue la familia Marquet la que impuso
una serie de estrictas normas, ya que consideraba que no todo el mundo reunía
las condiciones para ser cliente del Ritz. Todos los hombres debían llevar
corbata, sin excepción alguna. Por el estricto cumplimiento de esta norma, el
director de orquesta Herbert von Karajan, que acostumbraba a llevar jersey de
cuello vuelto, dejó de ser cliente del Ritz. Sin embargo, un año más tarde de
su enfado, regresó a sus habitaciones 528-529.
También se impuso
que las señoras no llevaran pantalones, lo que generó situaciones
desagradables, sobre todo a los empleados que debían comunicar a las clientas
que no eran bienvenidas. También estaban prohibidas las mascotas, fumar en el
vestíbulo y en el restaurante, los viajes en grupo y la admisión de artistas y
toreros. Cuando se recibía una llamada de algún actor de Hollywood,
curiosamente el hotel estaba lleno, y se le invitaba a instalarse en el vecino
Palace, también propiedad de la familia Marquet, que no odiaba a los artistas,
sino a los fans.
Hoy, esas normas se
han relajado, aunque se advierte que el uso de vestimenta informal ha de ser
elegante, y se recomienda el uso chaqueta en el restaurante. El pantalón corto,
la camiseta y la zapatilla quedan reservadas para el jardín y el gimnasio.
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