28 de febrero de 2018

Mario Vargas Llosa: "El nacionalismo catalán es una ideología tóxica"


EN LA PRESENTACIÓN DE SU NUEVO LIBRO

Mario Vargas Llosa: "El nacionalismo catalán es una ideología tóxica"

El premio Nobel carga contra el independentismo catalán por "anacrónico" y por provocar "racismo y violencia"

Olga Pereda
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Mario Vargas Llosa, en la Casa de América de Madrid, durante la presentación de su último libro, La llamada de la tribu
Mario Vargas Llosa, en la Casa de América de Madrid, durante la presentación de su último libro, La llamada de la tribu / DAVID CASTRO
“Amo a Catalunya. Los mejores años de mi vida los viví allí, en la década de los 70. Tengo una hija catalana. Pero ahora mismo no reconozco a Catalunya”. El premio Nobel Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936) ha vuelto a cargar contra el 'procés' durante la presentación en Madrid de su autobiografía política, 'La llamada de la tribu' (Alfaguara), en la que narra su viaje político desde sus inicios en el comunismo hasta su actual militancia en el liberalismo. A juicio del autor, el nacionalismo catalán se ha convertido “artificialmente” en un “monstruo”. “A través de la Educación se ha inoculado una ideología tóxica según la cual los catalanes son víctimas de España”, ha sentenciado el autor, que, hace años, entró de lleno en la política de su país y salió escaldado. “El nacionalismo es una ideología antidemocrática que implica pensar que pertenecer a una sociedad en concreto es un valor en sí mismo. Todo esto implica racismo y violencia”, ha remarcado haciendo hincapié en que "solo en países colonizados el nacionalismo puede parecer un movimiento progresista".
El escritor, galardonado con el Cervantes y el Príncipe de Asturias, entre otros muchos premios, ha manifestado su esperanza en que “el brote insensato de nacionalismo” vea pronto su fin. Recordando su presencia (y discurso) durante la manifestación a favor de la unidad de España convocada en Barcelona por Societat Civil Catalana el pasado octubre, Vargas Llosa ha destacado que “cientos de miles de personas salieron a la calle para decir basta de estupideces”. “Espero que Catalunya vuelva a ser la vanguardia ideológica, cultural y social que fue”, ha concluido el autor de 'La ciudad y los perros' haciendo mención a los cinco años que vivió en Barcelona, una época en la que solo era independentistas “cuatro gatos”. “Yo conocí una Catalunya a la que los españoles iban a sentirse europeos. Espero que los catalanes descubran que el nacionalismo es un anacronismo sin razón en la España de hoy”.

La obra de Sierra, una "estupidez"

Vargas Llosa ha ensalzado la libertad de expresión y se ha mostrado preocupado por noticias recientes, como la censura al libro sobre el narcotráfico 'Fariña' o la retirada de ARCO de la instalación ‘Presos políticos en la España contemporánea’, firmada por el artista y activista madrileño Santiago Sierra. Según el Nobel, la obra -que incluía fotos pixeladas de Oriol Junqueras y Jordi Sànchez- “no era un cuadro sino una estupidez y una provocación pero en ningún caso hay que prohibirla”. “No debe haber censura. Ni en literatura ni en arte. La cultura debe manifestarse con total libertad. La libertad de expresión es un principio liberal básico”, ha concluido el autor de 'Pantaleón y las visitadoras'.

La sorprendente conexión entre el Opus Dei y el rock español


La sorprendente conexión entre el Opus Dei y el rock español
La historia de la música española no hubiese sido igual sin la participación de la institución religiosa


EL PAIS -  Madrid 15 FEB 2018 - 11:20 BRST

Rosendo Mercado, al frente de Leño, actuando en el Parque de Atracciones de Madrid en 1979. En vídeo, algunas de las canciones que se grabaron para la discográfica Chapa. WEB OFICIAL DE ROSENDO / VÍDEO: EPV

Llevaba la camiseta pegada, una cazadora de cuero estrecha y vaqueros de campana. O sea, vestía como estrellas del rock setentero. Su nombre: Vicente Mariskal Romero. Edad: veintitantos. Profesión: agitador y periodista. La época: mediados de los setenta en España, con Franco recién fallecido y todavía en pie mucho de su represor sistema. Su objetivo: poner en marcha la primera discográfica española dedicada al rock español, que diese cabida a bandas que empezaban a dar sus primeros pasos: Leño, Asfalto, Bloque, Tequila... Y, de repente, apareció el Opus Dei.

"Lo que tenían que haber hecho estamentos progresistas lo hizo la iglesia con una gran visión de negocio", dice a ICON el periodista y locutor Vicente MariskalRomero (Isla Cristina, Huelva), que en 2018 cumple 70 años. Y añade: "Fui compañía por compañía ofreciendo la idea de crear un sello para los grupos españoles de rock. Todas me dijeron que no. Hasta que llegué a Zafiro, unos visionarios del Opus Dei. Gente de iglesia y muy de derechas, pero que supo ver una línea de negocio".

"Nuestra jefa era numeraria del Opus. Me dijo: 'Manten a los peludos lejos de la oficina'. Esa fue una de las condiciones para crear Chapa. Yo era el único contacto. Ella me decía constantemente que debía 'ser un buen chico' y cosas así"
Vicente Romero, creador de Chapa Discos

Se remonta Romero hasta mitad de la década de los setenta, cuando en España triunfaban cantantes melódicos y cantautores. Era 1975. Franco acababa de morir y el rock vivía su época de máximo esplendor en el resto del mundo. En España empezábamos a desperezarnos. En ese contexto arrancaron su andadura bandas pioneras que, cantando en español, canalizaban a través del rock lo que pasaba en la calle, pero que no interesaban en absoluto a las discográficas. Sobrevivían instaladas en el más profundo underground.

Sin embargo, sí que interesaban al público de su generación, ávido de libertad, de cambios y, sobre todo, de un rock en español con el que identificarse. Eso lo sabía bien Romero, que ya gozaba de cierta fama gracias a su labor como locutor radiofónico y a sus saraos en vivo, en los que esos grupos sí tenían cabida. Con una respuesta del público que indicaba que ahí estaba pasando algo y que propició la edición en 1975 del recopilatorio Viva el Rollo, primera grabación comunal con varias bandas emergentes como Burning o Tilburi... cantando en inglés.
Vicente 'Mariskal' Romero, en los años setenta.
Vicente 'Mariskal' Romero, en los años setenta.

"Había grupos que imploraban por encontrar una compañía. Una noche después de un festival en Campo de Criptana, Asfalto me pillaron en una furgoneta y me convencieron para ayudarles. Así que me veo de pronto haciendo la ruta de los sordos, que es como se llamaba: consistía en ir por todas las compañías proponiendo que apoyaran a grupos nacionales sin ningún resultado", relata Romero.

Vicente Romero en su emisora de Madrid mariskalrock.com, en 2017.
Vicente Romero en su emisora de Madrid mariskalrock.com, en 2017. SAMUEL SÁNCHEZ

Como buen conocedor de la industria, el periodista andaluz tocó todas las puertas y se acercó a Zafiro sabiendo que "cogían lo que las multinacionales no querían". "EMI, CBS... Todas las grandes corporaciones mundiales se empezaron a implantar aquí en los setenta y con lo que venía de fuera tenían de sobra", señala, al tiempo que insiste: "Cuando empecé a ofrecerles producto nacional me dijeron que no les interesaba, que estaba loco, que el rock cantado en castellano no iba a funcionar".

Romero propuso a las compañías crear un sello discográfico para los grupos españoles. "Todas me dijeron que no hasta que llegué a Zafiro. En teoría eran los más retrógrados, del Opus Dei. Pero tuvieron valentía, se dejaron su dinero y abrieron las puertas a lo que no quisieron las grandes discográficas, que ofrecían lo que venía fuera y, del producto nacional, a Julio Iglesias, Mocedades, Camilo Sesto...".

Así nacía Chapa Discos, subsello integrado en Zafiro que arrancaba en 1978 con la grabación de dos discos de debut, uno de los madrileños Asfalto y otro de los cántabros Bloque, ambas formaciones de rock urbano con tintes progresivos.

La mano derecha de Romero fue Luis Soler, trabajador de Zafiro que se convirtió en aliado y director artístico de Chapa, quien en la biografía de Leño, Maneras de vivir, de Kike Babas y Kike Turrón, recuerda: "Embaucamos a la compañía para crear un sello con producto nacional que recogiese todo ese movimiento que se estaba fraguando. El súper director de Zafiro era García Marenco, alguien a quien ni se veía en su despacho, alto standing. Era un tipo ya mayor, el fundador, de la época de Marisol".

"Mi jefa era Carmen Grau, una que, en fin, ser del Opus a su lado era ser liberal. Eran gente que me dejaban hacer, más o menos, pero eran gente de censura", apunta Soler, al tiempo que describe al productor ejecutivo, Antonio Ortega, como "un señor al que le daba lo mismo todo eso del rock nacional". Romero añade: "Nuestra jefa, Carmen Grau, era numeraria del Opus. Me dijo: 'Manten a los peludos lejos de la oficina'. Esa fue una de las condiciones para crear Chapa. Yo era el único contacto. Grau me decía constantemente que debía 'ser un buen chico' y cosas así".

"Nos obligaban a firmar un contrato por el que se quedaban con el 50 por ciento de los derechos de autor. No sabíamos lo que firmábamos y así nos lució años después"
Rosendo Mercado, fundador de Leño
Contra todo pronóstico, la apuesta de la discográfica resultó ser ganadora, mucho más de lo que todos los implicados esperaban, con Asfalto y Bloque vendiendo "excelentemente bien" con sus debuts homónimos de 1978. "Así empezaron a darnos más cancha", reconoce Romero, convertido en productor (sin nada de experiencia) de Chapa Discos por exigencia de Zafiro, que pretendía así abaratar costes.

Admite el periodista su inexperiencia entonces, pero defiende: "Puede que no sean los discos que mejor suenan, pero sí son los que la gente sigue recordando, porque se hicieron con sangre, sudor y lágrimas". Y agrega: "Los grabábamos con presupuesto para 50 horas en el estudio Audiofilm de Madrid. Cuando salen Asfalto y Bloque venden 15.000 o 20.000 ejemplares. Eso era una burrada. Fue cuando nos dieron carta libre".

Llegaron después el estreno del argentino Moris, Fiebre de vivir (1978), con sus compatriotas Tequila como músicos. Tras ellos, más nombres de la contracultura callejera del rock de la Transición a finales de los setenta como Leño, Cucharada, Ñu, Topo, Mermelada e incluso Kaka de Luxe. Una nómina valiente entonces, clásica ahora, que se amplió con el heavy de Barón Rojo y Obús en los primeros ochenta.

 "Hicieron una cantidad de dinero impresionante a cambio de prácticamente nada", destaca Romero, quien incluso llevaba personalmente a los grupos para que "firmaran la editorial", que consistía básicamente en ceder los derechos de las canciones a la compañía.

Baron Rojo, uno de los grupos más vendedores de Chapa Discos, a principios de los 80, cuando tocaron en Londres. Posan a la afueras del Royal Albert Hall.
Baron Rojo, uno de los grupos más vendedores de Chapa Discos, a principios de los 80, cuando tocaron en Londres. Posan a la afueras del Royal Albert Hall. WEB OFICIAL DE BARÓN ROJO

"Yo no entendía lo que era eso entonces: el grupo firmaba y nos metíamos a grabar", asegura Romero, quien subraya que él nunca pidió derechos de autor. Y aquí viene la queja a Zafiro: "Los contratos eran leoninos. Nadie sabe realmente los discos que se vendieron". "Hay que reconocer también que nadie quería ese producto, pero Zafiro arriesgó y a cambio se guardaba las espaldas con el tema de la editorial", concede Romero, para apostillar después que ahora esos derechos editoriales han acabado en la multinacional Universal y los originales de las grabaciones en la también multinacional Sony.

En el libro Conversaciones con Rosendo (Fundación SGAE, 2003), el rockero de Carabanchel habla así del contrato que firmó su grupo, Leño, con Zafiro: "Nos obligaban a firmar un contrato editorial por el que se quedaban con el 50 por ciento de los derechos de autor. No sabíamos lo que firmábamos y así nos lució años después. A mi me preocupaba grabar, no tenía ni idea de lo que pudiera generar. La verdad es que con los gerifaltes [de Zafiro] no teníamos ninguna relación ni confianza, pero los currantes eran todos fans de Leño". Cuando Leño se separaron, en 1983, la compañía puso todas las trabas a Rosendo para frenar su carrera en solitario. Y lo consiguió. Fueron a juicio y el rockero no debutó en solitario hasta dos años después, en 1985.
"Eran los únicos que fichaban a grupos de rock, de modo que para las bandas aquello ya era un logro, aunque las condiciones dejasen mucho que desear. Se aprovechaban de esto ofreciendo unos derechos de autor que ni la caridad... Ganaron con todos muchísimo dinero", explica Luis Soler.
El logotipo de la compañía, que aparecía en todos los vinilos, que se reeditaron buena parte de ellos hace dos años.
El logotipo de la compañía, que aparecía en todos los vinilos, que se reeditaron buena parte de ellos hace dos años.
Esto hizo inevitables los encontronazos entre artistas y discográfica, que aún hoy los músicos recuerdan con dolor. Pero entonces no podían hacer nada contra personajes como "Octavio, el clásico abogado engominado de la compañía", según le recuerda Soler, antes de zanjar: "Utilizaba tretas y engaños".

Concede Mariskal en este punto que las tretas de la compañía no fueron correctas, pero con la claridad que da la distancia, no duda al poner en valor que Zafiro se gastara "el dinero para llevar a Asfalto a Londres en 1979 y que con Barón Rojo hicieran un esfuerzo impresionante para ir hasta Inglaterra y Japón". Por eso opina que ambas bandas quizás fueran un poco "ingratas", pues la compañía ganaba dinero, pero "también se esforzaba mucho, aunque estaba condenada a morir y acabar absorbida por multinacionales". Y eso pasó: a finales de los ochenta Zafiro (y con ella Chapa Discos) fue absorbida por BMG Ariola, que luego fue comprada por Sony. 

Aún sin olvidar los sinsabores, Romero (que sigue en la brecha en el portal mariskalrock.com y como director de la revista Heavy Rock) sigue hablando de aquellos años como una "lucha bonita". Y añade: "Mereció la pena el esfuerzo, las amarguras, las quejas de los músicos y todo lo que pasó. Después yo seguí mi camino desde mitad de los ochenta. Pero fíjate, los antiguos trabajadores de Zafiro nos reuniremos este febrero en Madrid para una comida. Ese legado sigue vivo y eso es precioso".


Adiós al Ritz, el hotel que impuso un código de etiqueta en Madrid





Hotel Ritz Madrid
Vestíbulo de hotel Ritz de Madrid.
Adiós al Ritz, el hotel que impuso un código de etiqueta en Madrid

El grupo Mandarin Oriental acomete la mayor reforma del local, que abrirá de nuevo en 2020
El arquitecto Rafael La-Hoz dirige la obra en la que se invertirá 99 millones de euros

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Este miércoles, cuando el último cliente realice el check-out, el hotel Ritz de Madrid cerrará sus puertas. Y lo hace para acometer la reforma más importante de su historia, en la que los actuales propietarios, liderados por el grupo Mandarin Oriental, invertirán 99 millones de euros. Las obras, dirigidas por el arquitecto Rafael de La-Hoz y los interioristas franceses Gilles & Boissier,finalizarán a finales de 2019. El nuevo hotel tendrá 106 habitaciones y 47 suites, además de una lujosa Suite Real, de 188 metros cuadrados. El restaurante se trasladará al espacio original, con acceso directo a la terraza. Otra novedad: se volverá a instalar una cubierta de cristal en el centro del hotel que permitirá que la luz entre en el salón, como cuando se inauguró.

Fue el 2 de octubre de 1910 cuando el Ritz abrió sus puertas, convirtiéndose en uno de los hoteles más elegantes de Europa. Su inauguración estuvo acompañada de todo el boato que la ocasión requería, al contar con la asistencia de la reina Victoria Eugenia y del rey Alfonso XIII, impulsor de la iniciativa de crear el primer hotel de lujo en España, siguiendo los estándares de excelencia de numerosos hoteles-palacio europeos. El monarca recordaba que durante su propia boda, celebrada unos años antes, los invitados reales tuvieron que ser hospedados en casas particulares, ya que la oferta hotelera en Madrid no estaba a la altura de tan ilustre evento. Fue él mismo quien convenció a amigos aristócratas y empresarios para que tomasen parte de este ambicioso proyecto, convirtiéndose en uno de los mayores accionistas de la nueva Compañía de Desarrollo Ritz.

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También se invitó a Cesar Ritz, padre del hotel francés, a participar en este proyecto. El sello que distinguía a este hostelero eran las proporciones de su arquitectura, la belleza y el gusto exquisito de su diseño interior, así como la atención de los pequeños detalles y la comodidad. A lo largo de su historia, la propiedad ha cambiado de manos en varias ocasiones: en 1932, fue adquirido por el empresario belga George Marquet, que impuso un estricto código de etiqueta, como el uso obligatorio de la corbata o el veto a las mujeres que llevaban pantalón, ya que consideraba que no todo el mundo reunía las condiciones para ser cliente del Ritz. Valoración que se regía no solo por el poder económico, sino por el pedigrí familiar, la educación, el estilo y las buenas maneras. De hecho, a día de hoy, las zapatillas, el pantalón corto y la camiseta solo se puede llevar en el jardín y en el gimnasio. En una ocasión, uno de los directores del hotel se vio entre la espada y la pared al ver que Jennifer López entraba en el restaurante a desayunar con mallas deportivas. Las miradas de admiración de los clientes hicieron que desistiera en la amonestación a la estrella.

La familia Marquet vendió el negocio en 1978 al ex alcalde de Barcelona Enrique Masó. Tres años más tarde fue comprado por el grupo británico Trusthouse Forte. En 2003, tras un breve periodo como hotel de Le Meridien, fue adquirido por Orient-Express, que en 2014 pasó a ser Belmond. En 2015 fue adquirido por Mandarin Oriental por 148 millones de dólares, en una operación conjunta con el grupo financiero The Olayan Group.

Lo que es una incógnita es el nombre que lucirá el nuevo Ritz cuando abra de nuevo sus puertas en 2020. Hasta entonces, los cerca de 250 empleados del hotel recibirán formación en los locales que tiene repartidos por el mundo el grupo Mandarin Oriental.

UNA ESTRICTA ETIQUETA
El código de etiqueta del hotel fue algo más que una leyenda. Fue la familia Marquet la que impuso una serie de estrictas normas, ya que consideraba que no todo el mundo reunía las condiciones para ser cliente del Ritz. Todos los hombres debían llevar corbata, sin excepción alguna. Por el estricto cumplimiento de esta norma, el director de orquesta Herbert von Karajan, que acostumbraba a llevar jersey de cuello vuelto, dejó de ser cliente del Ritz. Sin embargo, un año más tarde de su enfado, regresó a sus habitaciones 528-529.

También se impuso que las señoras no llevaran pantalones, lo que generó situaciones desagradables, sobre todo a los empleados que debían comunicar a las clientas que no eran bienvenidas. También estaban prohibidas las mascotas, fumar en el vestíbulo y en el restaurante, los viajes en grupo y la admisión de artistas y toreros. Cuando se recibía una llamada de algún actor de Hollywood, curiosamente el hotel estaba lleno, y se le invitaba a instalarse en el vecino Palace, también propiedad de la familia Marquet, que no odiaba a los artistas, sino a los fans.

Hoy, esas normas se han relajado, aunque se advierte que el uso de vestimenta informal ha de ser elegante, y se recomienda el uso chaqueta en el restaurante. El pantalón corto, la camiseta y la zapatilla quedan reservadas para el jardín y el gimnasio.