20 de junio de 2014

Un Rolls-Royce sin frío ni calor

Un Rolls-Royce sin frío ni calor

Madrid acoge con indiferencia la llegada de Felipe VI al trono

Nueve detenidos por llevar símbolos republicanos y enfrentarse a la policía

Centenares de personas replican ante el cine Callao, en el corazón de Madrid, cada aplauso de los diputados en el Congreso. La pantalla gigante ubicada clavada en la fachada retransmite la proclamación del rey Felipe VI, que llega al público a través de subtítulos. Al cierre de la sesión, uno de los asistentes se arranca con vivas al Rey, que no logran demasiado eco en el resto de la parroquia. La Gran Vía, como las principales arterias del centro de la capital, está cortada al tráfico con cientos de vallas envueltas en banderas rojigualdas. Por dentro, un doble cordón de seguridad sitúa agentes policiales (del Cuerpo Nacional de Policía y la municipal) cada tres metros en todo el recorrido, pese a que la asistencia es todavía discreta. Un helicóptero de la policía sobrevuela la zona con su zumbido habitual.
La enseña rojigualda cuelga de las farolas, marquesinas de autobús y está en los proyectores del edificio de la Asociación de la Prensa. En algún quiosco añade el toro de Osborne en medio. Decenas de voluntarios del Ayuntamiento de Madrid cargan mochilas con otras en miniatura para entregar a los viandantes. Se han repartido 10.000 por toda la ciudad pero muchas aparecen abandonadas en papeleras o sobre las barras de bar. Ni siquiera quienes las reparten se libran de abrir los bolsos en los controles policiales. El ambiente es de expectación, más que de entusiasmo.
Los detenidos rodeados de policía.
Cuando la gran pantalla y el vuelo raso del helicóptero anuncian la llegada del Rolls Royce descapotable en el que viaja el Rey camino del Palacio de Oriente, la gente se apelotona sobre las vallas bajo el sol de mediodía. En las aceras sigue sobrando espacio para caminar. Los andamios, donde las televisiones sitúan sus puntos de directo, evidencian aún mucho asfalto sin gente. Al paso de la comitiva, las primeras filas lanzan loas a Felipe VI, a la reina Letizia Ortiz y a la monarquía en general. Un termómetro marca 31 grados cuando el coche clásico circula despacito con el Rey saludando a ambos lados de la calle, de pie.
La ovación dura segundos y la gente empieza a dispersarse hacia sus casas o a la Plaza de Oriente (el final del recorrido) repleta con miles de ciudadanos que aprovechan el día festivo para saludar al nuevo Rey ondeando al viento sus banderas. Algunos visten sus mejores galas.
Ninguna institución ofreció ayer datos sobre la presencia de ciudadanos en las calles pero las imágenes evidenciaron que no puede compararse con la de las celebraciones deportivas, ni siquiera a la boda de los príncipes, que calcó ese mismo recorrido en mayo de 2004. “Aquí hemos venido todos libremente, los republicanos estarán en sus casas”, explica un matrimonio jubilado a una joven que espera a la puerta de una tienda para comprar un biquini con cara de pocos amigos.
No todos los que están en contra han decidido recluirse, después de que la Delegación del Gobierno y el Tribunal Superior de Justicia de Madrid hayan decidido prohibir todas las protestas convocadas contra la proclamación del nuevo monarca. Dos marchas y otras tantas concentraciones fueron desautorizadas alegando problemas de seguridad. La Policía alertó de que cualquier persona con camisetas, banderas u otros símbolos republicanos sería identificada por el riesgo “real y cierto” de incidentes.
Una detenida durante la carga en la Puerta del Sol. / PATRICIA PEIRÓ
La instrucción la interpretan a su manera cada uno de los agentes. Entre la muchedumbre de la Puerta del Sol que reúne a varios millares de personas a media mañana, un hombre agita su bandera tricolor sin que los policías se decidan a actuar. En las calles aledañas, otros agentes detienen a la misma hora a tres personas y las acusan de desobediencia por sendos incidentes relacionados con sus símbolos republicanos, aducen fuentes judiciales. Uno de ellos, ha intentando acceder a una de las zonas de tránsito del coche oficial con una camiseta de colores republicanos. Otras dos mujeres son arrastradas por la calle Montera, perpendicular a la Gran Vía, cuando pretenden acceder a la Plaza de Oriente, a través de la Puerta del Sol. Se produce un forcejeo con los policías y ambas acaban acusadas de desobediencia y resistencia a la autoridad, según la denuncia policial. Una cuarta es detenida a primera hora de la tarde por agredir a un partidario de la monarquía. Al final de la tarde, todos salen en libertad con cargos.
El parte de arrestos de la mañana se queda ahí porque en una plaza más alejada de los fastos, la de Tirso de Molina, las fuerzas de seguridad sí consienten una concentración pacífica de unas cuatrocientas personas contra la Monarquía, a cambio de que plieguen toda la parafernalia tricolor. Durante una hora corean cánticos contra la Monarquía y a favor de la República: “España, mañana, será republicana” o “Los Borbones, a los tiburones”. Agentes antidisturbios permanecen atentos a la protesta sin llegar a intervenir.
Pero por la tarde, cuando trascienden las detenciones, otro grupo de 200 personas regresa Sol para exigir la libertad de los arrestados, en medio de una plaza tomada por un contundente dispositivo de seguridad. Los manifestantes son rodeados por la policía y se repiten los empujones que derivan en cinco nuevos arrestos. Entre ellos, el exlíder de Alianza Popular y hoy simpatizante comunista y tertuliano Jorge Vestringe. La tensión continua en la plaza y al cierre de esta edición los conatos de enfrentamiento siguen.
En otras capitales españolas, donde diferentes cargos públicos habían engalanado sus plazas y animado a festejar la llegada del nuevo Rey, el seguimiento también es discreto.
En Andalucía, la proclamación de Felipe VI coincide con la celebración, en capitales como Sevilla y Granada, de la festividad del Corpus Christi, igual que en Madrid. En ambas ciudades, y desde primera hora, los actos de la festividad local trascurren en paralelo a los del relevo en la Corona. La repercusión de la proclamación de Felipe VI es testimonial.
Y eso que el alcalde de la capital hispalense, Juan Ignacio Zoido (PP), había firmado un bando que invitaba "a los vecinos de todos los barrios de Sevilla a festejar la proclamación real, dando testimonio, una vez más, de su respaldo, adhesión y afecto a la monarquía". El Ayuntamiento engalanó la Giralda con tiras de 20 metros y los colores de la bandera española y andaluza. La Torre del Oro se adornó con banderolas de señales náuticas.
Pero más allá de los preparativos en monumentos y balcones, la coronación de Felipe VI no deja gran huella en la ciudad. “Si te soy sincera, no la he visto. He preferido ver la procesión”, apunta Lorena Caballero, vecina de la localidad de Camas. “Lo poco que he visto ha sido mientras desayunaba en el bar”, agrega Carlos Iglesias, quien sí defiende la convocatoria de un referéndum. El acto se ha vivido de muchas formas. “He apurado la hora de entrada para poder verlo. Mi jefa me ha dado permiso”, explica entre risas Lourdes Pérez, dependienta de una tienda de souvenir cercana a la Giralda. “Lo he seguido desde casa, es un momento histórico”, afirma Pedro Ruiz, estudiante de Medicina. “Lo he escuchado por la radio camino de Sevilla”, precisa Diego Nuñez, vecino de Dos Hermanas.
Por las calles de A Coruña 3.000 personas claman pidiendo el derecho a decidir y un jefe de Estado elegido en las urnas. También en Barcelona, un centenar de personas se concentran en la Plaza Sant Jaume contra de la proclamación de Felipe VI. Las juventudes de Iniciativa per Catalunya despliegan una bandera tricolor en un monolíto en la plaza Juan Carlos I. A diferencia de lo que sucede en Madrid, no hay noticias de que la policía intervenga contra portadores de camisetas o pancartas republicanas. La proclamación real se cuela en el orden del día de algunas instituciones. El pleno del Ayuntamiento de Estepona (Málaga) aprueba que el futuro teatro-auditorio, que está construyendo, lleve el nombre del nuevo monarca. Según el Consistorio, la decisión responde a las peticiones vecinales.
Con información de Patricia Peiró, Angels Piñol y Antonio Jesús Mora Caballero.

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