12 de enero de 2019

NACHO ALDAY - DERRIBO

viernes, 11 de enero de 2019


NACHO ALDAY - DERRIBO – 12/01/2019

En Julio de 1936 en el cordobés pueblo de Puente Genil 17 vecinos fueron obligados a permanecer durante horas con los brazos en alto. Cuando desfallecían las hordas rojas les asesinaban a palos, hachazos o tiros. Cuando en vísperas de agosto las tropas nacionales se acercaban, 10 detenidos que había en la cárcel cayeron fusilados en el interior de la mazmorra. Otro hombre de bien que presionado por los facinerosos les había entregado la cantidad de cien mil pesetas como rescate por su libertad, tuvo que presenciar espantado como mataban a sus cuatro hijos y luego le tocó el turno a él. A un matrimonio de más de 70 años le ataron a un árbol y tras rociarlos con bencina les prendieron fuego. A otros los sacaron de la cárcel para asesinarlos a palos en medio de todo tipo de blasfemias. Un hombre sencillo fue asesinado a hachazos. A un obrero después de tirotearlo le ataron la pierna con una cuerda a un camión y lo arrastraron lentamente por todo el pueblo entre aplausos y vítores de la chusma. También el comandante del puesto de la Guardia Civil fue asesinado a hachazos y abierto en canal. El joven corneta de la Benemérita fue degollado y su cabeza paseada en la punta de un sable. Así hasta 157 víctimas.

Hasta 7 iglesias, el asilo de ancianos, la casa cuartel de la Guardia Civil y 28 casas particulares fueron destruidas.

Llegaron incluso a decapitar públicamente la imagen de la Inmaculada, patrona del pueblo, y ataviados con vestimentas religiosas jugaron un partido de fútbol con su cabeza como pelota.

Ahora la cruz en recuerdo de aquellas víctimas ha sido profanada como se ve en la fotografía, lo cual muestra que esos crímenes diabólicos tienen actualmente partidarios que andan sueltos por nuestra geografía, y cuando eso se produce impunemente es muy probable que cuenten también con partidarios dentro de las instituciones del Estado desde las cuales estén trabajando para provocar nuevas masacres, tal como advirtió Nuestro Señor a Sor Lucía en el recado para los obispos españoles en junio de 1941 y en febrero de 1943, de que si no hacían una reforma de costumbres en el clero y en el pueblo Rusia sería de nuevo el flagelo de España.

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