6 de junio de 2018
Sánchez nombra a un Gobierno progresista con guiños al centro
Sánchez nombra a un Gobierno progresista con guiños
al centro
El progresismo, el
europeísmo y el compromiso con la igualdad fueron las características que
resaltó el presidente al anunciar su equipo
EL
PAIS - Madrid 6
JUN 2018 - 17:45 BRT
Pedro
Sanchez, en la rueda de prensa. SAMUEL SÁNCHEZ
El séptimo presidente del Gobierno desde la restauración de la
democracia, Pedro Sánchez, se ha rodeado de un equipo amplio y con mayoría femenina: pasa de 13 a
17 carteras, de las cuales 11 son mujeres en las áreas de más peso. Un conjunto
de “personalidades” que han “aparcado” carreras exitosas para servir a España,
según dijo este miércoles Sánchez. El progresismo, el europeísmo y el
compromiso con la igualdad fueron las características que resaltó, aunque
de la composición del Gabinete se deduce también una
mirada al centro. Un equipo que por su especialización puede empezar de
inmediato a hacer política.
A las 19.25 del miércoles Pedro Sánchez compareció en la sala de
conferencias de prensa de La Moncloa para dar lectura a los nombres de sus
ministros y las carteras asignadas. Llegaba del Palacio de la Zarzuela, donde
había presentado ese listado al jefe del Estado, el rey Felipe VI. No hubo opción
a preguntas: el nuevo presidente del Gobierno siguió la tradición de su
antecesor, Mariano Rajoy, que se limitaba a leer la composición de sus
Gabinetes.
Con una ligera sonrisa, y algo nervioso, el presidente agradeció “a las
personalidades” que le van a acompañar en el Consejo de Ministros el hecho de
que hayan aparcado por un tiempo “sus prestigiosas carreras”. En la declaración
de principios no hubo alusiones ideológicas de partido porque, aunque Sánchez
señaló que la propuesta de los nombres es del PSOE, precisó que se trata de un
equipo “abierto” y con la pretensión de ser “reflejo de la sociedad española”.
Quiso conferir un aire de optimismo en el presente y en el futuro inmediato. No
se marcó objetivos temporales porque la incógnita de cuándo convocará
elecciones permanece. Solo está su compromiso de “no agotar la legislatura”,
como afirmó en el debate de la moción de censura la semana pasada.
Si por la composición del Gabinete hubiera que guiarse, podría
concluirse que este es un Gobierno con vocación de permanencia. Y esa puede ser
la idea de cara a una hipotética próxima legislatura, porque en esta el tope
está en 2020 y Sánchez ha dicho que no lo agotará.
Prácticamente cada uno de los elegidos es especialista en la materia que
Sánchez les ha encomendado, por lo que pueden empezar a trabajar desde hoy
mismo, una vez que juren o prometan sus cargos y tomen posesión de las
carteras.
Hay especialización, experiencia europea, distribución territorial y, en
lo ideologico, varias caras genuinamente socialdemócratas —en Sanidad,
Educación y Empleo—; entre ellas, en primer lugar, Carmen Calvo en la vicepresidencia, que, además,
encarna el potencial feminista y de defensa de la igualdad que dice perseguir
el jefe del Gobierno. El rigor económico roza la doctrina liberal en la nueva
ministra de Economía, Nadia Calviño, y tampoco se sale de la ortodoxia la
titular de Hacienda, María Jesús Montero.
No es ni mucho menos una persona de partido el responsable de
Interior, Fernando Grande-Marlaska. El nombre de este magistrado
sonó como posible Fiscal General del Estado con el Gobierno de Mariano Rajoy, y
desde Ciudadanos siempre se le ha visto con buenos ojos.
De perfil independiente es también la nombrada ministra de
Justicia, Dolores Delgado, fiscal de la Audiencia Nacional,
aunque ella sí vinculada a los sectores progresistas de su carrera. Al mismo
ámbito progresista pero de los jueces pertenece la ministra de Defensa, Margarita Robles, que apostó por Pedro Sánchez desde
2016 cuando dejó su profesión para aceptar ser la número dospor Madrid, detrás del secretario general del
PSOE, en la lista para las elecciones generales.
Durante varias horas hubo un apagón informativo respecto a qué cartera
le sería asignada a Robles, una vez que se conoció que la de Justicia iba para
la fiscal Delgado. No hubo dudas ni demora en dar a conocer a quienes estarán
al frente de las carteras sociales. Carmen Montón, consejera de Sanidad del Gobierno valenciano
hasta este miércoles, tiene una trayectoria muy clara en la defensa del sector
público y como diputada en el Congreso en áreas de Sanidad y de Igualdad.
Militante socialista desde la juventud, se enfrentó al exministro de Justicia,
Alberto Ruiz Gallardón, por la ley del aborto que él intentó aprobar.
Amplia trayectoria de partido acumula la ministra de Trabajo,
Migraciones y Seguridad Social, Magdalena Valerio, miembro de la ejecutiva del PSOE en
las áreas de Seguridad Social y Pacto de Toledo, aunque mantenía su trabajo
como funcionaria del Inem.
Batallas de partido
Pedro Sánchez ha tenido en cuenta el criterio territorial, pero no
exactamente para dar satisfacción a los líderes autonómicos. Así, Valerio, que
fue consejera de Trabajo y Empleo y de otras áreas en la Junta de
Castilla-LaMancha, no pertenece al sector que lidera el presidente de la Junta
de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page.
En la batalla del partido, Valerio apostó por Sánchez y no por Susana
Díaz. Tampoco el ministro de Agricultura, Luis Planas, fue de la cuerda de Díaz; de hecho, se
enfrentó a la presidenta de Andalucía por el liderazgo del partido en esa
región. Planas representa uno de los pilares que Sánchez ha erigido para su
proyecto, cual es el europeísmo con una amplísima experiencia en Europa, además
de haber sido embajador de España en Marruecos y hasta este mismo miércoles
miembro del Comité Económico y Social Europeo. Fue eurodiputado y en sus
inicios políticos consejero de Agricultura de la Junta de Andalucía.
De Andalucía procede también una de las consejeras de más prestigio: María
Jesús Montero, en Hacienda, mantiene una excelente relación con la presidenta
andaluza, pero no se la considera una militante activa en cuestiones orgánicas
de partido.
Sí es una mujer plenamente de organización la ministra de Educación y
Formación Profesional, María Isabel Celaá, que, además, será la portavoz del
Gobierno. Esta dirigente del socialismo vasco ha sido consejera de Educación,
Universidades e Investigación en esa comunidad y durante varios mandatos ha
estado en la cúpula del PSE.
Muy poco implicada en cuestiones orgánicas de partido ha estado la
ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, diputada autonómica madrileña, aunque es
patrona de la Fundación Pablo Iglesias y su puesto en la ejecutiva madrileña ha
sido en el área de Desarrollo Sostenible.
Ajeno a los partidos políticos ha permanecido el ministro de Ciencia,
Innovación y Universidades, Pedro Duque, ingeniero aeronáutico y astronauta. La
sorpresa fue grande al conocerse la elección de alguien tan reputado e incluso
admirado por amplios sectores de la comunidad científica y de la sociedad. Se
le concedió en 1999 el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación
Internacional. El Ministerio de Medio Ambiente —llamado Ministerio para la
Transición Ecológica— será dirigido por Teresa Ribera, una mujer con amplísimo reconocimiento
internacional en este campo. Cultura también tiene ministerio propio y lo
dirigirá el escritor y periodista Maxim Huerta. “El Gobierno aspira ser fiel
reflejo de la sociedad española, que combina gestión pública y privada y
distintas generaciones”, dijo el presidente.
El presidente del Gobierno ha buscado especialización y que sus
ministros fueran referente en cada uno de sus ámbitos pero no ha olvidado la
política. La vicepresidenta, Carmen Calvo; el ministro de Exteriores, Josep
Borrell; el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, y la titular de Política
Territorial y Función Pública, Meritxell Batet, tendrán entre sus quehaceres la
gestión pero, también, mucha política.
La vicepresidenta, ministra de la Presidencia, de Relaciones con las
Cortes e Igualdad, controlará la acción de todos los ministros, su coordinación
y el establecimiento de sus prioridades. La conexión de La Moncloa con el
Parlamento es una de sus tareas. La aplicación de la perspectiva de género a
todas las políticas será uno de sus cometidos esenciales.
Desde el poderoso Ministerio de Fomento, José Luis Ábalos controlará las
inversiones de todos los territorios que es lo mismo que el reparto. De ahí su
enorme poder. Ábalos además mantiene el poder orgánico más relevante como
secretario de Organización del PSOE. Tradicionalmente esa conexión del partido
con el Gobierno, en esas dos áreas, la ha desempeñado el titular de Fomento.
Combatir el relato
No tendrá problema el ministro de Exteriores en desenvolverse en el
ámbito internacional, donde ha pasado buena parte de su trayectoria. Josep
Borrell, convencido europeísta, tiene la tarea de combatir el relato y la
acción de los independentistas catalanes fuera de las fronteras españolas.
Desde dentro, la ministra de Administración Territorial, Meritxell Batet,
catalana como Borrell, tiene que encauzar el conflicto territorial con el
objetivo de tender puentes con Cataluña sin que se sientan ofendidas el resto
de comunidades autónomas, incluidos sus compañeros presidentes socialistas.
Todas estas tareas estaban claras en el diseño inicial del Gobierno de
Sánchez, y hubo pocos cabos sueltos. Pero uno muy importante se resolvió casi a
última hora. La competencia sobre el Centro Nacional de Inteligencia ha saltado
de la Vicepresidencia en el Gobierno del PP al Ministerio de Defensa que
dirigirá Margarita Robles. Así lo quiso Robles aunque hubo alguna resistencia
inicial, que llevó a que esa cartera durante horas correspondiera a Constantino
Méndez, secretario de Estado de Defensa con el ministro José Bono, y finalmente
fuera del Gobierno.
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