7 de octubre de 2019

MODA

domingo, 6 de octubre de 2019


MODA – 07/10/2019

En Francia, una comisión de estudios llegó a la conclusión de que la droga penetra al comienzo en los círculos sociales refinados y en los medios artísticos. En una segunda etapa, alcanza a los medios universitarios y estudiantiles. Por fin, y más o menos simultáneamente, alcanza a todos los otros ambientes, inclusive a los obreros. El itinerario de la moda es idéntico al de la droga. Esto se explica fácilmente. La moda y la droga son procesos de descomposición. Ambos atacan la parte más frágil del organismo social, que es la más propensa a la extravagancia, a las sensaciones violentas o súper delicadas, a la evasión de la lógica, del sentido común y de la realidad.

Como es natural, la atención de la mayor parte de la población se vuelve hacia los que representan el prestigio de la posición social, de la fortuna, de la inteligencia, o de la juventud. Son los imitadores afectados de las élites que contagian la moda. Al comienzo, la tarea no es tan complicada. Se sabe en qué ambientes, en qué lugares de diversión, o en qué comercios encontrar esas personas. Pero la tarea difícil es la que viene después. ¿Cómo hacer participar en la moda a los espíritus objetivos, sensatos, sanos, que constituyen la gran mayoría de la población? No faltan medios de comunicación que hacen creer a la multitud que esos imitadores forman, no minorías exóticas y aisladas, sino la mayoría prestigiosa y dinámica de los respectivos ambientes. El vanguardista encuentra rápidamente algunos congéneres que, para atraer la atención sobre sí mismos, también comienzan a jactarse de esa moda. A partir de ahí, las chispas se propagan rápidamente de las élites a sus imitadores. A veces, la marcha del contagio es inversa. Son los imitadores de las élites que les contagian a ellas. El mal ejemplo arrastra fácilmente a las multitudes. De ese modo se propagan por el cuerpo social, como metástasis.

Corruptio optimi pessima. Nada mejor que las buenas élites. Por eso, nada peor que las élites sofisticadas, deterioradas, divorciadas de la realidad y sin noción del deber. Para ellas todo es objeto de exhibición y juego: las ideas, la moral y las tradiciones. En el centro de ese juego está la competición de las vanidades. Mientras consiguen lucirse, están contentos. Es la triste carrera rumbo al disparate total. Cada uno en su género, la moda y la droga, son disparates totales.

Por más innovadora que se diga la juventud, muchas cosas que existen o que ocurren en ella son reflejo de las generaciones que las antecedieron. Entre los jóvenes universitarios también existen los imitadores de la moda y de la cultura. Viendo lo que ocurre con sus congéneres mayores, en ellos también comienza a crepitar el incendio de la moda. Téngase en cuenta el poder de la moda y la fascinación que ejerce la extravagancia. Lo que decimos de los imitadores como vehículo de expansión de la moda, puede aplicarse a todos los tipos de degradación moral que sufre la sociedad.

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