12 de diciembre de 2013
El Franquismo contra la Corona: El papel de ABC
GUILLERMO D.
OLMO
ABC - Día 14/10/2013 - 03.38h
En la década de 1940, la monarquía sufrió el acoso
de un régimen que buscaba el modo de perpetuarse. Don Juan de Borbón alzó la
voz en una querella a la que ABC no pudo permanecer ajeno
1La Corona, condenada al ostracismo
Hoy la monarquía se asienta
firmemente en la Constitución de 1978. Pero en la década de 1940 la exiliada Corona
española vivía en el ostracismo impuesto por la República primero y el
Franquismo después. En estos años Franco ve sucumbir a las potencias fascistas
que habían sido sus aliadas de primera hora y maniobra para petrificar su
poder. Su negativa a restaurar el régimen político tradicional de España
motivará la decepción de los círculos monárquicos y ásperos desencuentros con
Don Juan de Borbón, legítimo heredero de Alfonso XIII. A continuación, los incidentes más destacados.
El yugo de la
censura en la muerte de Alfonso XIII
ARCHIVO ABC
Alfonso XIII, en una fotografía tomada dos meses
antes de morir
En
febrero de 1941 muere en Roma el que había sido el último Rey de España, Alfonso XIII. Dos meses antes había renunciado a sus derechos
dinásticos en favor de su hijo Juan. Su final no es repentino, pero el Régimen
secuestra toda la información relativa a sus últimos días y la censura solo
permite publicar los teletipos de Efe, la agencia oficial. En el caso de ABC,
quien anuda la mordaza en la cobertura de la muerte del Rey es su propio
director, José Losada de la Torre, un periodista de la órbita de Falange, del que se
sospecha que está a sueldo de la Embajada de la Alemania nazi en Madrid y que
el Ministerio de la Gobernación ha impuesto en el cargo.
Juan Ignacio Luca
de Tena y el precio de la discrepancia
ARCHIVO ABC
Juan Ignacio Luca de Tena en su despacho de
director de ABC
El
29 de abril de 1944 la Embajada española en Buenos Aires alerta al Gobierno de unas supuestas declaraciones
de José María Gil Robles a medios argentinos. Se atribuye al consejero en el
exilio de Don Juan haber afirmado que la permanencia de Franco en el poder
supone un peligro, dada la aversión que suscita entre las potencias
democráticas que van a resultar vencedoras en la Segunda Guerra Mundial. Por esas fechas Gil Robles participa además en
los fallidos contactos del círculo del Conde de Barcelona con la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas, una balbuciente plataforma formada con reductos
de la izquierda que sueñan con derrocar al dictador. La respuesta del Régimen
será un furibundo artículo de inserción obligatoria que la Delegación Nacional
de Prensa remite a todas las redacciones, incluida la de ABC. En él, se acusa
al veterano líder derechista de «alta traición» y de «arremeter como un jayán
contra su patria».
Al
día siguiente, en el tren que lo lleva de regreso a Madrid desde Barcelona, Juan Ignacio Luca de Tena lee con indignación el texto publicado sin su
conocimiento en el diario fundado por su padre y decide remitir a Gil Robles
una carta en la que expresa su «más calurosa protesta por los dicterios
chabacanos y las calumnias que hoy han manchado las páginas del periódico».
La misiva causa enorme revuelo en los
cenáculos del Régimen. Aunque personajes como Gabriel Maura o el general Queipo
de Llano le encomian el gesto, el Gobierno castiga a Juan Ignacio con la
destitución de todos sus cargos en Prensa Española.
La Ley de Sucesión
de 1947: Franco se apropia de la monarquía
ARCHIVO ABC
El ejemplar de ABC que dio cuenta de los
manifiestos de Don Juan
Aislado
internacionalmente, Franco intenta en 1947 institucionalizar su régimen. La Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado, que le permitirá elegir al que será su sucesor a
título de Rey, es el primer paso. La norma borra de un plumazo toda la
tradición liberal de los últimos Borbones y pisotea sus derechos históricos,
transformando al Caudillo en un «hacedor de reyes», según expresión del
historiador Ismael Saz.
En
los meses previos al referéndum de aprobación, Franco se prodiga en
intervenciones públicas que buscan la adhesión de los españoles y desvincular
su figura de las de los caídos Hitler y Mussolini. Desde Estoril, Don Juan difunde un manifiesto
contra lo que califica como «grave intento» de Franco de «pura y simplemente,
convertir en vitalicia esa dictadura personal» y «disfrazar con el manto
glorioso de la monarquía un régimen de puro arbitrio gubernativo». Don Juan
había simpatizado en sus inicios con la sublevación contra la República, pero
reniega ya de la «imperfecta fórmula de caudillaje» impuesta por el general y
cree urgente una normalización política que pasa por la homologación con las
grandes naciones liberales europeas.
Su
manifiesto convertirá al Conde de Barcelona en el objetivo de lo que Laureano
López Rodó calificó como «la más dura campaña de prensa que en
España haya podido desencadenarse». ABC se resiste a participar. En un gesto de
desobediencia sin precedentes, no publica algunos de los artículos remitidos
por las autoridades y el 10 de abril de 1947 sale con un editorial que defiende
«las leyes hereditarias inveteradas, que constituyen la esencia misma de la
institución» y reivindica la vigencia para España del «principio clásico de que
el monarca reina pero no gobierna». Un postulado liberal que no comparte
Franco, que, poco tiempo después, verá publicada su ley en el BOE.
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