8 de junio de 2020

INFIERNO


domingo, 7 de junio de 2020



INFIERNO – 08/06/2020

El 13 de julio de 1917 la Virgen en Fátima mostró a los tres pastorcitos el infierno donde van a parar eternamente las almas de los condenados.

Lucía, en la foto después de la visión, contó que la proyección de un haz de luz pareció penetrar en la tierra y vieron un gran mar de fuego donde estaban sumergidos los demonios y las almas con forma humana como si fuesen brasas transparentes y negras fluctuando entre las llamas. Caían por todas partes igual que las pavesas en los incendios, sin peso ni equilibrio, entre grandes gritos de dolor y desesperación que hacían temblar de espanto. Los demonios se distinguían de las almas humanas por sus formas horribles y repugnantes de animales desconocidos, como carbones en brasa.                                                                                                              
También sor Josefa Menéndez, religiosa del Sagrado Corazón fallecida el 29 de diciembre de 1923 a los treinta y tres años, fue llevada al infierno más de un centenar de veces. Nuestra Señora le dijo: "todo lo que Jesús te deja ver y sufrir de los tormentos infernales es para que puedas darlos a conocer al mundo".

Cuenta que algunos gimen a causa del fuego que quema sus manos, quizás eran ladrones, otros maldicen sus lenguas, sus ojos, cualquier miembro que fuese la ocasión con la que pecaron, además acusan a otras personas.

Vi a mucha gente del mundo caer dentro del infierno, sus horribles gritos: "condenado para siempre, yo me engañaba a mí mismo, estoy perdido, estoy aquí para siempre jamás". Parecían unos vividores acostumbrados a los placeres del mundo.

Un diablo dijo a otro: tenemos que ser muy cuidadosos para que no nos perciban. Podríamos ser fácilmente descubiertos. Dejadlos que vayan a sus banquetes, el amor al placer es la puerta por la que nos apoderaremos de ellos, mientras de fondo se oía bullicio de fiesta y tintineo de copas.

Vi caer al infierno a una niña de quince años, maldiciendo a sus padres por no haberle avisado de que existía ese lugar.

Los ruidos de confusión, gritos de rabia y desesperación mezclados con blasfemias no cesan. Un nauseabundo olor asfixia y corrompe todo, es como el quemarse de la carne putrefacta, mezclado con alquitrán y azufre, como si entrase por la garganta un río de fuego que pasa por todo el cuerpo, como si apretasen por detrás y por delante con planchas incandescentes, como si tirasen de los ojos para arrancarlos, los nervios se ponen muy tirantes, el cuerpo no puede mover ni un dedo.

No hay comentarios: