16 de noviembre de 2018

NACHO ALDAY - FOSORES

jueves, 15 de noviembre de 2018


NACHO ALDAY - FOSORES – 16/11/2018

El 11 de febrero de 1953, Fray José María de Jesús Crucificado, nombre que adoptó como religioso, fundó la congregación de Hermanos Fosores de la Misericordia en el granadino pueblo de Guadix con la misión de cuidar el cementerio, enterrar a los muertos y consolar a sus seres queridos. Creía que en la Santa Iglesia debería existir una congregación con esa finalidad. Su vocación es la práctica de tres obras de misericordia: consolar al triste, rezar por los difuntos y enterrar a los muertos. Con los mismos votos que las órdenes religiosas de pobreza, castidad y obediencia, aunque se componía sólo de hermanos legos, por tanto, no contaban con sacerdotes. Habitando en los cementerios, cuidándolos y encargándose de los menesteres correspondientes para su buen funcionamiento es como seguían su particular llamada de Dios. El nombre de Fosores viene de los que cavan el foso.

Dicho cementerio fue construido en 1860 y al principio los hermanos vivieron en una casita que era del conserje, pero inspirándose en las catacumbas de los primeros cristianos, poco a poco fueron excavando en la tierra hasta hacerse una cueva con celdas, comedor, cocina y una pequeña capilla con las paredes convenientemente revocadas, bien repasadas con la llana y encaladas. Ese tipo de casas cuevas eran frecuentes en la región. Con el tiempo se le añadió a la entrada una fachada que le daba el aspecto externo de una edificación normal.

Al ingresar en la congregación debían cambiarse el nombre con la idea de que morían para el mundo exterior, dormían sobre tablas, se levantaban a las seis y media de la mañana para el aseo ya que su vida estaba sometida a un estricto horario, como la rutina de una oración o las partes de la liturgia. Los frailes se afanaban en limpiar tumbas, sustituir flores marchitas, colocar carteles con oraciones para facilitar a los parientes las plegarias por sus muertos y eran los propios monjes los que cavaban el hoyo en el que un día se les sepultaría.

Llegaron a estar presentes en otros cementerios de diversas ciudades y contar hasta con 50 miembros.

Casi todos los camposantos se levantaron a partir de 1800. Con anterioridad se enterraba en las iglesias o sus alrededores, pero al identificarse como fuente de enfermedades, o con ese pretexto, se empezaron a construir a las afueras de los pueblos.


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