30 de septiembre de 2017

Lecciones contra la amenaza del 2-O: los fracasos históricos de la declaración del Estado catalán

Lecciones contra la amenaza del 2-O: los fracasoshistóricos de la declaración del Estado catalán

En 1873, 1931 y 1934, los catalanistas proclamaron unilateralmente su emancipación de España, en un claro desafío al Gobierno central, que acabó siempre en fracaso
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El actual presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont (izquierda), junto a los ya fallecidos predecesores en el cargo: Lluís Companys (arriba) y Francesc Macià
El actual presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont (izquierda), junto a los ya fallecidos predecesores en el cargo: Lluís Companys (arriba) y Francesc Macià - ABC

La CUP y ERC lo tienen claro. Si gana el «sí» en el referéndum —a pesar de no contar con las garantías democráticas suficientes— hay que declarar unilateralmente la independencia. Debería hacerse, dicen, tan sólo 48 horas después del recuento de votos. Abogan por hacerlo, incluso, si el domingo no les permiten votar, tal y como ocurrió ya en otras tres ocasiones a lo largo de la historia: 1873, 1931 y 1934. Todas acabaron en fracaso.
Francesc Macià fue presidente de la Generalitat entre 1931 y 1932
Francesc Macià fue presidente de la Generalitat entre 1931 y 1932- ABC
La cuestión ha dividido al seno del PDECat. Algunos consejeros de la Generalitat como Raül Romeva o la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, defienden aprobar dicha declaración si sale elegida la opción independentista, a pesar de que Carles Puigdemont ha manifestado en una entrevista a Eldiario.es que esa opción «no está encima de la mesa». El presidente regional no quiere convertirse en el José García Viñas, Francesc Macià o Lluis Companys del siglo XXI —los predecesores que cometieron, sin éxito, la misma tropelía—, a pesar de que ha amenazado con ponerlo sobre la mesa si mañana no pueden depositar su papeleta.
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El primer Gobierno español que tuvo que hacer frente al desafío de la proclamación de un Estado catalán fue el de Estanislao Figueras. El conato se produjo el 5 de marzo de 1873, un mes después de que se estableciera la Primera República. Como contaba «La Correspondencia de España» el día 8: «Unos 16.000 voluntarios han declarado independiente el Estado catalán y han apresado a las autoridades».
Esta rebelión se produjo en una época realmente inestable de la historia del país. Durante los dos años que duró la Primera República, el Gobierno acogió nada menos que a cuatro presidentes, los cuales tuvieron que abordar un sinfín de problemas: la Tercera Guerra Carlista, sublevaciones separatistas, la indisciplina militar, conspiraciones monárquicas, etc.

1873: una declaración federalista

En esta época comenzaron a surgir en España más de una veintena de movimientos cantonales como los de Camuñas, Jumilla o Motril, cuyo objetivo no era otro que la independencia de pequeñas regiones. Sin embargo, la de 1873 no fue una declaración de independencia como tal, sino federalista republicana. Estaba promovida por la burguesía como medio de presión contra el Gobierno central.
Lluis Companys, en una imagen de 1937
Lluis Companys, en una imagen de 1937- ABC
La prensa de la época destacó pronto las dificultades que acarrearía esta nueva organización del Estado: «Ahora falta que se formen, del mismo modo, estados semi-independientes o independientes por donde quiera. Luego surgirán las rivalidades entre ciudad y ciudad por la capitalidad de cada Estado, entre provincia y provincia por ser independientes unas de otras y por no por formar un estado mismo, y hasta entre villa y villa y aldea y aldea», se leía en la «Revista Política».
Los responsables de esta primera proclamación del «Estado catalán federado con la república española», como lo definieron, fueron José García Viñas y Paul Brousse —un andaluz y un francés, respectivamente—, a los que muy poca gente apoyó en sus pretensiones. La rebelión fue aplastada en sólo dos días, pero les dio tiempo a hablar de la formación de un gobierno provisional, de la convocatoria de elecciones catalanas y de la supresión del Ejército español en la comunidad autónica. Sin embargo, nadie apoyó sus pretensiones. En Madrid, incluso, estos dos dirigentes fueron reprobados por los mismos catalanes que, por una vez, se veían responsables del Gobierno central.

1931: Macià y la renuncia a su «Estado»

El segundo intento fue protagonizado por el entonces presidente de Esquerra Republicana, Francesc Macià, el 14 de abril de 1931. Se produjo una hora después de que Lluís Companys saliera al balcón del Ayuntamiento de Barcelona para proclamar la Segunda República. Fue ese el momento en el que Macià apareció por sorpresa en el mismo lugar y manifestó que, «en nombre del pueblo de Cataluña, se hacía cargo del Gobierno catalán». Según contó ABC, el líder de ERC aseguró que «permanecería en aquella casa para defender las libertades de su patria, sin que pudiese sacársele de allí salvo muerto».
Editorial de ABC, tras la declaración del Estado catalán en 1934
Editorial de ABC, tras la declaración del Estado catalán en 1934- ABC
La comunicación oficial enviada poco después afirmaba: «En nombre del pueblo de Cataluña, proclamo el Estado catalán bajo el régimen de la República catalana, que libremente y con toda cordialidad anuncia y pide a los otros pueblos hermanos de España su colaboración en la creación de una Confederación de pueblos ibéricos». De esta forma, el político manifestaba públicamente su negativa a aceptar los resultados de las elecciones generales que se acababan de celebrar y llamaba a la rebelión.
Fue el primer problema que tuvo que afrontar la Segunda República, que no quiso recurrir a la fuerza y envió rápidamente a tres ministros a Barcelona para negociar con Macià: Fernández de los Ríos, Lluis Nicolau d'Olwer y Marcelino Domingo. Estos consiguieron que ERC renunciara a su Estado propio, a cambio del compromiso del Gobierno de presentar en las próximas Cortes Constituyentes el estatuto que decidiera Cataluña. De aquel acuerdo salió el germen de la futura Generalitat, así que no se puede considerar un fracaso estrepitoso.

1934: Companys y el estado de guerra

La tercera y última proclamación se produjo en octubre de 1934, inmediatamente después de que se produjera la entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno de Alejandro Lerroux. El protagonista fue precisamente Companys, que era entonces presidente autonómico: «Cataluña enarbola su bandera, llama a todos al cumplimiento del deber y a la obediencia absoluta a la Generalitat, que desde este momento rompe toda relación con las instituciones falseadas». Y lo hacía tras acusar al nuevo gobierno español de «fascista».
El periodista de ABC en Barcelona, Antonio Guardiola, contaba al detalle cómo vivio la tarde de aquella declaración en un artículo titulado «El golpe de Estado de la Generalitat». En él se podían leer: «Horas antes nos había chocado a varios periodistas observar que el coche del presidente Companys no ostentara la bandera de la República, sino solamente la catalana». Y añadía: «A las seis de la tarde, los Mossos d'Esquadra nos invitaron a los periodistas a abandonar el Palacio de la Generalitat. Nadie supo hasta más tarde lo que acababa de acordarse en la reunión que había celebrado el Consejo: proclamar el "Estat catalá", rompiendo toda relación con el Gobierno central. En una palabra: declarar la guerra al Estado español».
Puigdemont, en una entrevista reciente
Puigdemont, en una entrevista reciente- REUTERS
El editorial del día siguiente de este periódico, «¡Viva España!», defendía: «Los catalanes que representa la Esquerra quieren constituir el “Estat Catalá” en la República Federal (?) de España. Hasta última hora son pérfidos, ruines, cobardes y calculistas». La respuesta del presidente Lerroux no se hizo esperar, declarando el estado de guerra y asegurando que «estaba en un momento de lucha y que estaba dispuesto a vencer». Mientras, Companys llamaba a sus seguidores para que acudieran raudos a la Ciudad Condal desde todos los puntos de España y defendieran la Generalitat «del posible ataque del Ejército español».
Las calles de Barcelona pronto se llenaron de jóvenes de Esquerra. «Iban todos armados –contaba ABC–. Algunos llevaban, además de una magnífica carabina Winchester, una soberbia pistola automática, a veces ametralladora». La ciudad se convirtió en el escenario de una batalla entre el Ejército y los Mossos de Esquadra, arropados estos últimos por cientos de simpatizantes catalanistas. A la mañana siguiente, Companys, los consejeros de la Generalitat, el alcalde de Barcelona y varios concejales de ERC fueron detenidos en la sede del Gobierno. Las calles fueron quedando vacías de gente y todo fue volviendo a la normalidad.
Más de 70 años después, la amenaza de una nueva declaración unilateral de independencia por parte de la Generalitat vuelve a estar en el debate político español. Después de la jornada de este domingo, con el referéndum ilegal como telón de fondo, veremos si Puigdemont recoge el testigo de los Macià, Companys y compañía, en este conflicto interminable.

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