29 de septiembre de 2019

CHURCHILL

viernes, 27 de septiembre de 2019


CHURCHILL – 28/09/2019

Personaje con una inteligencia brillante. Un tipo de grandeza humana auténtica, un hombre que tenía no sé cuánta historia a tras de sí. Poseía también algo del carretero al lado del duque inglés, era un genio, en el cual coexistían ambos aspectos. Tenía, chupando aquel puro, ciertos aires propios de quien comenzó fabricando palos de escoba, o algo parecido, con aquella apariencia de un bebé grande malhumorado en el que se percibía el plebeyo. Su madre era yanqui, hija de un hombre hecho a sí mismo. Pero, por otra parte, presentaba ciertas actitudes mediante las cuales el noble aparecía por entero.

En la fotografía de la Conferencia de Yalta Churchill se encuentra sentado al lado de Roosevelt y Stalin. Roosevelt en el centro, como un burgués de buena familia que era, bien tratado, fino, natural. A la izquierda, Stalin, un hombre de taberna, ordinario, vestido con un traje nuevo, pero sin hábito de vestirse así. Sobre todo, no habituado a llevar ropas limpias, algo repugnante, una fiera en día de circo, con un bigote protuberante y con la apariencia de quien dice: hoy te agarro para matarte o robarte. Lleno de vanidad con su uniforme nuevo, como un portero de hotel endomingado junto a un distinguido huésped que consintió en conversar un momento con él. A la derecha, Churchill, que encontró un modo de sentarse para parecer que no estaba en el grupo. Stalin y Roosevelt forman un conjunto. Churchill se muestra completamente ajeno como un hombre que estuviese sentado en su sillón de la Cámara de los Lores, pensativo. De modo que, entre él y los otros hay una enorme distancia invisible, por la que se percibe el lord y el genio. Sus ojos están chispeando de inteligencia, al lado de la mirada opaca y moderada de Roosevelt y de la mirada vagabunda de Stalin. En Churchill las formas más diversas de inteligencia, perspicacia política y coraje eran patentes y brillantes. Cuando terminó la guerra, Churchill fue el más famoso de los ganadores. Junto al presidente yanqui de aspecto antiguo, con la risa inexpresiva y de aspecto estándar por una parte y el siniestro dictador soviético por otra, bajo cuyas cejas hirsutas centelleaban dos ojos que no se veían, como brillantes amenazas, con los labios delineados más aptos para el vilipendio y la bebida que para hablar, el rostro expresivo de Churchill se destacó de una manera casi espléndida. En su calvicie parecía brillar un pensamiento diplomático vigoroso y sutil. En los ojos expresó sucesivamente profundidades fascinantes de observación, reflexión, humor y amabilidad aristocrática. Las anchas mejillas musculosas no perdieron nada de su vigor con la edad. Los labios, delgados e inciertos en su contorno, de un miembro auténtico de la nobleza inglesa, adornado, ese es el término, con el encanto viril de un aristócrata de clase alta.

Está en el orden de las cosas, e incluso entre las verduras, que ocasionalmente aparezcan en una u otra variedad, especímenes gigantes. Son fenómenos de la naturaleza. Churchill fue uno de ellos.

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