5 de agosto de 2019

PAÑUELO



viernes, 2 de agosto de 2019



PAÑUELO – 03/08/2019

Una ola de resistencia al uso obligatorio del pañuelo islámico en la cabeza de las mujeres recorre el mundo árabe. Las mujeres de Oriente Próximo están dando vida a un movimiento, como se ve en la foto a la princesa Amira de Arabia, que rechaza el uso de una prenda impuesta por los gobiernos.

Según la ideología musulmana la razón por la que las mujeres tienen que cubrirse la cabeza es para no pervertir al hombre pues la considera un ser impuro. El pañuelo islámico es un elemento misógino que señala a la mujer como culpable y por tanto se tiene que esconder, explica Násara, saharaui de 26 años, licenciada en derecho y afincada en Cádiz. Presume de haber logrado concienciar a su familia para que respete su decisión de no usarlo, pero continúa recibiendo la censura de fanáticas musulmanas que le acusan de ser islamófoba, eurocéntrica, occidentalizada y renegada.

Marwa, egipcia de 34 años, llevaba tiempo barruntando la idea de renunciar al hiyab, como le llaman al pañuelo islámico que envuelve sus cabezas. No podía mirarse al espejo pues no se reconocía y no sabía que estaba haciendo con su vida. Tenía claro que no le gustaba llevarlo, pero le daban miedo las reacciones de la gente. Decidió quitárselo y viajó a Beirut para no usarlo. No puede olvidar lo que sintió, es una cuestión de libertad, de poder controlar la propia vida. Regresó a casa sin él y aquel instante fue el principio de su vida. Desde entonces decidió vivir en toda la extensión de la palabra. Fue una de las decisiones más felices de su vida que debería haber tomado mucho antes, afirma mientras esboza una sonrisa amplia y contagiosa. Su vecindario levantó, de repente, trincheras y le declaró la guerra, no podía salir a comprar o coger un taxi, algunos le insultaban. Tuvo que trasladarse a otro barrio donde nadie conociera su anterior apariencia.

La iraní Masih cuenta que no resulta nada fácil quitárselo de la noche a la mañana. A ella le costó tiempo, pero en cuanto lo hizo y notó el viento en su pelo se sintió más poderosa y pensó que aquella era su verdadera identidad. Fue el primer paso para luchar por el resto de sus derechos, en su familia, en su pueblo, en el periódico que trabajaba y en la sociedad. Un proceso de transformación contra viento y marea que tuvo un precio pues su padre dejó de hablarle y la policía le arrestó e interrogó durante horas. Es una experiencia similar a la que a diario se enfrentan otras iraníes.

Para Yasmine, una canadiense de raíces egipcias y activista contra la imposición del pañuelo, cuenta que la consecuencia fue hacerse prófuga de su familia. Durante tres años lo llevó durante el día, pero por la noche se lo quitaba. Sintió que vivía una doble vida y se cansó de fingir. El día que se lo quitó su madre le insultó, le dijo que no era su hija y que le mataría, amenaza que tomó en serio pues sabía que era capaz de hacerlo. Así que cogió a su hija, escapó, cambió de nombre y se mudó a otra ciudad. Desaparecieron del mapa. No ha vuelto a tener ningún contacto con ella.

https://www.elmundo.es/cronica/2019/07/27/5d3b9ae721efa0210c8b45a9.html

 NACHO ALDAY

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