19 de julio de 2018
Hacia la destrucción del tercer templo en Israel
ANÁLISIS
Hacia la destrucción
del tercer templo en Israel
La
legislación impulsada por la coalición de Netanyahu amenaza con socavar el
carácter democrático del Estado hebreo
https://elpais.com/internacional/2018/07/19/actualidad/1532026233_632259.html
En el momento más crítico de la
guerra de Yom Kipur, cuando se desmoronaban en octubre de 1973 los frentes del
Sinaí y del Golán ante el avance árabe enemigo, el general Moshe Dayan
proclamaba ante el Estado Mayor que nunca permitiría “la destrucción del tercer
templo”. El vencedor de la guerra de los Seis Días en 1967 aludía al Estado de Israel como
emblema identitario moderno del pueblo judío frente al primer templo, arrasado
por el rey babilonio Nabucodonosor, y al segundo, demolido por el emperador
romano Tito. Se refería a una patria para antiguos judíos errantes en la que, a
pesar de 70 años de conflictos irresueltos, el jefe del Ejército se cuadra ante
el primer ministro, el Tribunal Supremo tumba leyes inconstitucionales y dos
mandatarios han acabado entre rejas por violación o corrupción. Ese es el
simbólico templo cuyos cimientos amenazan con verse ahora socavados por una
legislación impulsada en la etapa final de su actual mandato por el ultraconservador Gobierno
de Benjamín Netanyahu.
El diputado Avi Dichter, ponente de la polémica ley del
Estado Nación que discrimina a los árabes de Israel, ha apelado
en la Kneset a argumentos de primacía bíblica para rebatir las críticas de los
parlamentarios de la minoría. “Ustedes no estaban aquí antes que nosotros y no
permanecerán después de nosotros”, enfatizó el legislador del partido Likud,
liderado por Netanyahu. “Hemos aprobado esta ley fundamental para impedir la
menor veleidad o tentativa de transformar el Estado de Israel en una nación de
todos sus ciudadanos”, sentenció de modo explícito.
En el Gabinete y en la
bancada gubernamental de la Kneset abundan mesiánicos partidarios de la
construcción del tercer templo —sobre la actual Explanada de
las Mezquitasque alberga los santuarios musulmanes de Al Aqsa y el
Domo de la Roca—, que suelen ser los mismos que se oponen al rezo
conjunto de hombres y mujeres en el Muro de las Lamentaciones, único
resto que sigue en pie del segundo templo, de acuerdo con la tradición del
judaísmo. El giro nacionalista y la deriva ultrarreligiosa han agrandado
entretanto la brecha entre la sociedad israelí y la diáspora judía, en
particular con las comunidades liberales y reformistas de Estados Unidos.
La Unión Europea ha recibido con
preocupación la adopción de la controvertida norma, que plantea un obstáculo añadido a la
solución de los dos Estados al consagrar a Jerusalén como
capital “completa y unida” israelí. “La democracia y la igualdad, incluidos los
derechos de las minorías, son derechos clave que definen nuestras sociedades y
creemos que Israel también debe respetarlos”, ha advertido una portavoz
comunitaria.
La ley del Estado Nación se
presenta como un poderoso guiño político para movilizar a los votantes más
conservadores ante las legislativas que se avecinan. Codifica una realidad
cotidiana en la que judíos y árabes viven en localidades y distritos separados,
salvo en algunas poblaciones mixtas como Haifa (norte de Israel) o Jaffa (sur
de Tel Aviv), y en la que la lengua árabe queda oficialmente degradada ante el
hebreo. Pero como nueva ley fundamental puede llevar a los jueces a interpretar
con criterio más restrictivo los derechos de las minorías en casos de
discriminación, frente a la defensa de la igualdad proclamada en la Declaración
de Independencia que alumbró en 1948 el Estado de Israel. Ese era precisamente
el templo que defendió, no sin apuros, el general Dayan.
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