22 de julio de 2018
El día que el PP abandonó su viaje al centro
El día que el PP abandonó su viaje al centro
Los compromisarios
respaldan el giro a la derecha de Casado: "Hemos vivido demasiado tiempo
arrinconados por lo políticamente correcto"
EL PAIS - Madrid 22
JUL 2018 - 17:01 BRT
Pablo
Casado, en Alsasua, durante la campaña de las primarias del PP. EFE / ATLAS
Alfonso Guerra, con esa habilidad tan suya de
descalificar a los adversarios, solía preguntarse: "¿De dónde vendrá el
PP, que lleva tantos años viajando al centro?". Ese largo viaje, real o
simulado, que le sirvió tanto a José María Aznar como a Mariano Rajoy para
superar los 10 millones de votos en las elecciones generales de 2000 y 2011, ha
sido cancelado. El sábado, durante su encendido discurso ante los 3.000
compromisarios del XIX Congreso del Partido Popular, Pablo Casado resucitó las viejas consignas de la derecha española y
el auditorio, tan frío durante la intervención anterior de Soraya Sáenz de
Santamaría, tan desanimado desde la moción de censura de Pedro Sánchez, tan
preocupado por la amenaza creciente de Ciudadanos, se puso en pie desde el
minuto cinco y ya no dejó de aplaudir hasta el final. Aquel joven de 37 años
propuso a la militancia que se sacuda los complejos, que se quite el traje de
lo políticamente correcto —que tantas arrugas le ha hecho siempre al PP— y que
salga a "reconquistar" el orgullo perdido. Dicho y hecho. "El
viernes a las siete de la mañana cogí el tren a Madrid amargado y ahora vuelvo
a casa feliz", confiesa Carlos García Llevet, concejal del PP en
Esparreguera (Bajo Llobregat).
El día anterior, de camino a Madrid, García Llevet
se encontró en el tren a otros compromisarios catalanes. La charla en el bar no
pudo ser más sombría.
"Estábamos decaídos", recuerda, "y también
muy cabreados con el PP de Madrid porque no estaba defendiendo a los españoles
en Cataluña, y eso nos había pasado factura en las autonómicas del 21 de
diciembre. Que no consiguiéramos ni grupo parlamentario es
deprimente". Ya en el Congreso, dice el concejal de Esparreguera, el
discurso de Sáenz de Santamaría no mejoró las cosas: "Ella nos dejó fríos,
pero en cambio el discurso de Pablo Casado fue magnífico. Fíjese lo que le
digo: yo milito en el PP desde 1986 y nunca había visto un discurso tan
emocionante. Me emocioné. Era nuestro discurso. El de la unidad de
España".
Unas horas antes, justo después de la elección de
Pablo Casado y mientras los compromisarios abandonan el hotel de las afueras de
Madrid donde se ha celebrado el Congreso, la diputada catalana Andrea Levy
explica en una sola frase la clave de la victoria de Casado, por qué su
discurso puso en pie a los compromisarios propios y extraños: "Hemos
vivido demasiado tiempo arrinconados por lo políticamente correcto". Según
Levy, el PP "ha estado volcado simplemente en la gestión de Gobierno desde
el punto de vista administrativo" y se ha olvidado de la política,
"de la conexión emocional" con sus votantes. La diputada admite que
la conexión de Casado con los compromisarios se estableció porque "su
discurso se acerca más al imaginario colectivo del PP, basado en ideas de
derechas, aunque eso no tiene por qué implicar una derechización". Tanto
la diputada catalana como la gran mayoría de partidarios de Casado confiesan
que el regreso a las esencias del PP de Manuel Fraga y de José María Aznar
busca también un objetivo práctico: cortar la hemorragia de votos —el PP obtendría
hoy la mitad de los obtenidos en 2011— y recuperar a los votantes que se han
ido a Ciudadanos e incluso a Vox. Y añade: "Cuando los partidos no son
vistos como herramientas que cubren las demandas sociales de los ciudadanos,
surgen plataformas alternativas como puede ser el caso de Trump. Tenemos que
empatizar con las demandas sociales que podamos recoger bajo nuestras
siglas".
La tarde anterior, unos minutos después de que
Mariano Rajoy pronunciara su discurso de despedida, un relevante cargo del PP
expresa su gran inquietud por la deriva que puede tomar el partido. Aunque aún
falta un día para el ya famoso discurso del nuevo presidente, el compromisario
hace la fotografía de lo que está a punto de suceder: "El PP utilizó en el
pasado un discurso de confrontación. Lo que no puede ser es que volvamos a
políticas de los 90 cuando España está en 2018 y cuando el mundo se ha
transformado. Y cuando son objetivamente mentira. El PP no tiene un problema de
reubicación ideológica. El gran éxito del PP es que es un partido que abarca un
gran abanico ideológico y solo desde el entendimiento de esa pluralidad se
puede ensanchar la masa social, la masa electoral. Y también porque a través de
esa moderación se debe templar a la sociedad. Porque una de las
responsabilidades que tenemos los políticos es el de templar los ánimos, no el
de excitarlos. El discurso de Pablo, de quien rodea a Pablo y de la trastienda
de Pablo, que sin duda alguna está vinculado con el aznarismo, con FAES,
busca tensar el partido popular para conseguir la victoria interna y
posteriormente tensar España también para conseguir la victoria. Esto es un
gran peligro".
Un día después, el discurso de Pablo Casado es tal como
había imaginado el compromisario. "Hay una tentación que acecha al
PP", advierte, "y es la de agarrarse a un discurso populista que
enarbola símbolos para patrimonializarlos y utilizarlos en contra de otros.
Porque hay dos formas de utilizar los símbolos.
Legítimamente, como algo
positivo, o para atrincherarte y que la gente se meta en tu trinchera. Se está
emitiendo un discurso erróneo. El problema del PP no es un problema de
principios y valores, sino del desprestigio que nos ha dejado la corrupción. No
creo que nadie nos haya dejado de votar por no reformar la ley del aborto de
Zapatero…".
Otros compromisarios sostienen que no hay peligro
de una derechización. Que Casado ha evolucionado, que en ese nuevo PP de las
esencias tienen que caber todos, que es importante reafirmar los principios,
pero que hay asuntos sobre los que es imposible la marcha atrás, porque están
consolidados y son derechos asumidos. El nuevo presidente, aseguran, "será
pragmático y se dejará rodear y aconsejar por mucha gente. Que algunos de sus
colaboradores, como Javier Maroto y Andrea Levy, pertenecen al ala más moderna
y joven del PP y que no permitirán un regreso a posiciones ultramontanas como las de Hazte Oír.
Una noche larga
La noche del viernes al sábado va a ser larga.
Sobre todo para los dirigentes y para los miembros de los respectivos equipos.
Están alojados en el hotel y aprovechan sus salas para mantener reuniones
internas y, sobre todo, para intentar rebañar votos in extremis. Por parte de
Pablo Casado, la negociación la lleva el diputado murciano Teodoro García y el
vitoriano Javier Maroto, y por parte de Soraya Sáenz de Santamaría, su
eterno número dos, José Luis Ayllón, y el gaditano Antonio Sanz.
También juega un papel relevante Javier Arenas, a quien los partidarios de
Casado temen como al diablo por su habilidad y su experiencia. Tienta a los no
convencidos y ofrecen un voto a cambio de la nueva ejecutiva. Las malas lenguas
dicen que, en la reunión que mantuvieron los candidatos en la sede de la calle
Génova para ver la posibilidad de una candidatura única, Casado pidió a Sáenz
de Santamaría que en el discurso del sábado ninguno desvelase cuál sería el
organigrama para poder negociar luego la integración. "La lectura que
nosotros hacemos", explica un partidario de la exvicepresidenta, "es
que Pablo le ha ofrecido tanto a tantos que si se conoce su candidatura la
gente a la que le ha ofrecido algún cargo se daría cuenta del engaño".
Es un juego de estrategia y nervios. Uno de los
dirigentes del PP cuenta que ha recibido una llamada del alto cargo del PSOE
que se encarga de la seguridad del Congreso: "Me ha dicho en tono de
broma: si quieres te mando más policías, que vosotros sois nuevos en esto, pero
yo sí sé lo que son unas primarias…". La sangre no llega al río, sobre
todo porque, cinco minutos después de subirse al escenario, Casado convierte su
discurso en un mitin y enciende al auditorio. Las estimaciones de unos y otros
calculan que el joven político ha conseguido con su intervención 200 o 300
votos más de los previstos. Uno de los hombres que ha sido pieza clave en la
campaña de la exvicepresidenta reconoce que el golpe ha sido terrible: "Soraya aún tiene que masticar las razones de una derrota que
ha sido muy dura, porque ella realmente creía que iba a ganar, y al final
perdió por esa lealtad a la ideología de Mariano Rajoy y por una intervención
que fue buena parlamentariamente si hubiera estado en el Congreso pero Casado
estuvo más acertado, porque hizo un mitin pero para compromisarios del PP. Al
final del acto se produce una escena que pasa inadvertida pero que es muy
elocuente. Juan Manuel Moreno, el líder del PP en Andalucía, afín a Sáenz de
Santamaría, se acerca a Pablo Casado y lo abraza. Durante unos segundos, se
hablan al oído.
— Tenemos que ponernos a trabajar ya. No habrá
ningún problema para tu gente en Madrid.
— Ni para la tuya en Andalucía. Tienes mi palabra.
Son las tres de la tarde del sábado 21 de julio y
la era Rajoy ha terminado. En el Gobierno y en el PP. Se marcha sin subir al
escenario ni hacer declaraciones. Pablo Casado, su sucesor, pide un último
favor a los compromisarios: "Cuando volváis a casa, contad lo que ha
pasado aquí".
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