8 de mayo de 2012

Netanyahu pacta por sorpresa con el Kadima en Israel y cancela las elecciones


Netanyahu pacta por sorpresa con el Kadima en Israel y cancela las elecciones

El pacto evita las elecciones anticipadas que había anunciado el primer ministro un día antes

El acuerdo fortalece al Gobierno ante cualquier decisión de gran calado, incluido un ataque a Irán

EL PAIS -  Jerusalén 8 MAY 2012 - 13:42 CET100
Netanyahu y Mofaz, en su comparecencia conjunta este martes. / JIM HOLLANDER (EFE)
Israel ha amanecido con un nuevo Gobierno. Ha sido literalmente una decisión de la noche a la mañana. En plena madrugada, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y Shaúl Mofaz, líder del opositor Kadima llegaron a un acuerdo para formar un Gobierno de unidad nacional y desactivar la convocatoria de elecciones, anunciada un día antes y prevista para septiembre.
El derechista Likud de Netanyahu y el centro-derecha de Kadima son los dos mayores partidos del Parlamento israelí. Encabezarán ahora una coalición de Gobierno con 94 escaños en la Kneset, el Parlamento israelí, compuesta por un total de 120. La amplísima mayoría de este Ejecutivo le otorga manos libres para ejecutar cualquier iniciativa política que se le antoje sin contar con la ahora reducida oposición, incluido un ataque a Irán.
Este mediodía, Netanyahu compareció en conferencia de prensa junto a Mofaz. “Yo estaba preparado para acudir a las elecciones, pero, cuando supe que podíamos formar un Gobierno muy amplio, el más amplio de la historia de Israel, me di cuenta de que podía restablecer la estabilidad”, dijo el primer ministro. “Shaúl, bienvenido a bordo”, terminó.
Anoche, la Kneset ultimaba los flecos técnicos con vistas a su disolución inmediata antes de las elecciones. Fue entonces cuando se produjo el acuerdo-bomba. No se esperaba; desde luego no en este momento. “Drama político”, titulaba la edición electrónica del diario Yedioth Ahronoth.
A Mofaz, recién estrenado líder de Kadima tras la caída en desgracia de Tzipi Livni hace unas semanas, le espera ahora el puesto de viceprimer ministro en el nuevo Ejecutivo gracias al pacto alcanzado anoche. Con Mofaz, exministro de Defensa y hombre de sobradas credenciales militares, hay ya tres ex jefes del estado mayor en el Gobierno, lo que cobra relevancia en un momento en el que las amenazas israelíes sobre un posible ataque a Irán se intensifican.
Los analistas israelíes se han lanzado a especular sobre los posibles motivos de este vuelco político. Algunos apuntan precisamente a una posible campaña bélica en contra de las instalaciones nucleares de Teherán ahora que el Gobierno está más fortalecido que nunca y que representa a amplísimos sectores de la sociedad israelí. El modus operandi no sería nuevo. En 1967, justo antes de la guerra de los Seis Días, el Likud se unió a los laboristas para formar un Gobierno de unidad nacional con el que hacer frente a la campaña militar entonces en ciernes.
La cuestión iraní obsesiona al primer ministro Netanyahu, que la considera una amenaza existencial comparable al Holocausto. Mientras la comunidad internacional ha optado hasta el momento por agotar la vía diplomática, Israel ha lanzado reiteradas amenazas veladas al régimen iraní. A pesar de que destacadas figuras del ejército y los servicios secretos israelíes se han mostrado muy críticos ante un posible ataque, la voluntad guerrera de Netanyahu no se ha visto de momento mermada por la avalancha de discrepancias. Mofaz, de origen iraní, pasaría ahora a formar parte del llamado grupo de los ocho, junto con Netanyahu y Ehud Barak, el ministro de Defensa, entre otros, encargados de decidir sobre el dossier iraní.
El acuerdo de tres folios que Likud y Kadima han redactado en secreto en los últimos días también contempla que Netanyahu retirará la conocida como ley Tal, la que permite a los judíos ultraortodoxos no cumplir el servicio militar obligatorio para el resto de los israelíes –tres años para los hombres y dos para las mujeres-. A cambio, la nueva coalición presentará una nueva iniciativa legislativa en las próximas semanas. La ley ha sido objeto de intenso debate en los últimos meses y estaba prevista su reforma para este verano, el plazo que había otorgado la justicia israelí para reemplazarla. Sonadas discrepancias en la coalición de Gobierno amenazaban incluso la propia supervivencia del Ejecutivo.
El acuerdo de Gobierno no ha gustado a todos. Ha disgustado sobre todo a la oposición que lo considera una maniobra política sucia y oportunista. Shelly Yacimovich, jefa del laborismo y de la oposición a partir de ahora, dijo que se trata de “una alianza de cobardes” y del mayor “zig-zag de la historia política de Israel que nadie olvidará”.
Yair Lapid, el joven presentador y estrella emergente de la política israelí criticó duramente el acuerdo, que consideró “feo y corrupto” y una muestra de la vieja manera de hacer política”. Lapid se perfilaba como la sorpresa que podría cambiar la ecuación política nacional en las próximas elecciones. Los sondeos le otorgaban hasta 10 escaños. Ahora deberá esperar un buen tiempo –hasta octubre de 2013- para poder dar muestra de su brillo en las urnas. Meretz, el partido de izquierdas consideró el pacto “pestilente”.

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