31 de octubre de 2015

Así combatieron y dominaron Europa los temibles Tercios españoles

Así combatieron y dominaron Europa los temibles Tercios españoles

Día 31/07/2014 - 13.50h

Considerados como los herederos de las legiones romanas, estas unidades se basaban en la pica y el arcabuz para aplastar brutalmente a sus enemigos

Así combatieron y dominaron Europa los temibles Tercios españoles
AUGUSTO FERRER-DALMAU
«¡Santiago y cierra España!». Estas fueron sin duda las últimas palabras que miles de enemigos de nuestro país escucharon antes de ser masacrados por la que fue la mejor infantería europea durante casi 150 años: los temibles Tercios. Armadas con un arrojo incuestionable y una lealtad absoluta hacia su rey, estas unidades –consideradas por algunos como las herederas de las legiones romanas- acababan con sus adversarios lanzando sobre ellos un vendaval de plomo y un mar de picas. [Galería fotográficaLos Tercios, el mito en imágenes]
En un tiempo en que España necesitaba defender sus territorios europeos con soldados fiables, los soldados de los Tercios demostraron de lo que era capaz un militar resuelto y experimentado. Así, con la Cruz de Borgoña a sus espaldas y una daga en su cinto, estas unidades se labraron una reputación que, todavía hoy, les hace contar con un lugar privilegiado en la Historia.
«Los Tercios Españoles eran una perfecta combinación de las distintas unidades militares de la época, formadas por veteranos soldados y mandados, la mayoría de las veces, por buenos oficiales. Además, no se trataba de simples mercenarios a sueldo, eran hombres de honor, leales a su rey y unidos por una fervorosa fe católica. Todo esto motivaba a las tropas en el campo de batalla, lo que unido a sus victorias les creó una gran reputación en toda Europa», señala en declaraciones a ABCJoaquín Blasco Nácher, presidente de la Asociación Napoleónica Valenciana y coordinador de recreación histórica de «La fragua de Vulcano».

El nacimiento del Tercio

Para poner una fecha aproximada a la creación oficial de los Tercios es necesario retroceder en el tiempo hasta el SXVI, momento en que cogió las riendas de España Carlos I (V de Alemania). Nieto de los Reyes Católicos, a este monarca se le planteó la difícil tarea de mantener a sangre y fuego los territorios que había heredado en Milán, Nápoles y Sicilia.
Con Francia presionando para arrebatar estas regiones a Carlos I, al monarca no le quedó más remedio que reorganizar la infantería española que había en estas comarcas italianas. Así, aprestados para la defensa, nacieron los tres primeros Tercios: el de Nápoles, el deSicilia, y el de Lombardía. Estas pioneras unidades tuvieron desde entonces el honor de ser conocidas como «Tercios viejos», y cada una contaba con un mando independiente.
«En mi opinión, Carlos V creó los tercios para resolver el problema administrativo de gestionar su instrumento militar: El número siempre creciente de compañías sueltas que necesitaba para defender a sus vasallos, primero de los franceses y luego contra los turcos», explica en declaraciones para ABC el general de Infantería e historiador José María Sánchez de Toca y Catalá, coautor de «Tercios de España. La infantería legendaria».
Sin embargo, como bien señala el experto español, en la actualidad todavía existen dudas sobre el año concreto en que los Tercios vieron la luz: «El ¿cuándo nacieron? es la pregunta del millón. Al parecer existe una especie de instrucción del Tesoro de 1537 que explica cómo se ha de pagar a cada hombre de los Tercios. También se dice que una disposición imperial de 1534 redistribuyó las fuerzas españolas destacadas desde antiguo en Italia en tres tercios, uno para el reino de Sicilia, otro para el de Nápoles y otro para el Estado de Milán o ducado de Lombardía, pero la verdad es que esos tres Tercios dejan fuera a Cerdeña, de la que Carlos V era también rey, y que tuvo un Tercio desde el principio. No he visto esa disposición imperial ni conozco a nadie que la haya visto. Probablemente la respuesta esté traspapelada en Simancas».
Independientemente de la fecha, lo cierto es que estas tropas pronto demostraron su eficacia militar y administrativa. «Al crear los Tercios nadie pensaba en una revolución militar, que es una expresión moderna que se aplica a casi todo. Lo que pasa es que al agrupar compañías y darles un jefe común y permanente con atribuciones explícitas y medios para imponer su autoridad, incluido el verdugo, se creó una herramienta de mando que se reveló eficacísima. Los Tercios demostraron ser una solución idónea administrativa, organizativa y de mando, y todo el mundo procuró copiarlos. Y a ello, claro, se unió la inmensa eficacia y calidad operativa que demostraron», sentencia Sánchez de Toca.

La táctica perfecta

El paso del tiempo garantizó la creación de nuevos Tercios y el perfeccionamiento de las técnicas de combate. Estas, concretamente, se tomaron del ejército suizo. «Luchaban combinando de forma muy eficaz las armas blancas (picas, espadas) y las de fuego (arcabuces, mosquetes), llegando al punto de crear toda una leyenda entre los enemigos de las Españas como tropas invencibles desde comienzos del siglo XVI hasta mediados del XVII. Los Tercios utilizaban tácticas muy innovadoras para la época, heredadas de las que emplearan las tropas de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán. Su movilidad en el campo de batalla y su capacidad para adaptarse a cualquier situación no tenía parangón entre sus rivales y todavía se les considera como uno de los mejores ejércitos de todos los tiempos», finaliza Blasco.
Concretamente, la estrategia que hizo a los tercios ganarse un hueco en el tiempo era sencilla pero efectiva. «Primero solían abrir fuego los pesados mosquetes, normalmente a más de 100 metros del enemigo.Posteriormente disparaban los arcabuces a menor distancia y, a continuación, la gran masa de piqueros que avanzaban ordenadamente en cuadro formaban una barrera de hierro bajando sus largas picas apuntando a las tropas atacantes. Eran como gigantescos erizos de acero, madera y cuero que maniobraban en el campo de batalla de forma aterradora. Junto a estos escuadrones de piqueros avanzaban por los flancos las “mangas” de arcabuceros, grupos más reducidos de soldados con armas de fuego que se disponían dependiendo de la situación y los movimientos de las tropas», añade el experto.
Esta sencilla táctica acabó con las pretensiones de la esquiva caballería pesada, la cual, a base de armadura y lanza, solía aplastar sin dificultad a la infantería. La llegada de la pica terminó con su dominio, pues, si los jinetes trataban de asaltar la formación enemiga, se encontraban con un muro infranqueable de picas que derribaba sin esfuerzo a sus monturas.
A su vez, los Tercios solían hacer uso de una curiosa táctica con la que coger al enemigo desprevenido. «Lo más peligroso era una práctica muy española, “la encamisada”, en la que un reducido grupo de los mejores hombres perpetraban incursiones por la noche en campo enemigo, armados tan solo con espada y daga, sin ninguna protección, ataviados con una simple camisa blanca (de ahí el nombre) para distinguirse de los contrarios. Estos ataques puntuales eran muy efectivos, se trataba de sabotear los campamentos del enemigo, “clavar” los cañones y causar las mayores bajas posibles», completa el presidente del grupo valenciano.
No obstante, no todo era combatir cuerpo a cuerpo contra el enemigo, sino que, según Sánchez de Toca, donde también destacaba el Tercio era en su disciplina a la hora de llevar a cabo las acciones cotidianas: «Lo que hay que tener claro es que no todo era batalla; más bien casi nunca era batalla. Lo normal, lo de todos los días, eran las marchas y las guardias en la muralla o la estacada. Las operaciones más comunes eran la exploración, las emboscadas y las sorpresas. Las batallas, que hoy nos parecen abundantes, es que se produjeron y salpicaron la Historia a lo largo de 170 años, pero eran cosa excepcional. El Duque de Alba dejó claro que no debía aceptarse batalla que no se estuviera cierto de ganar, una enseñanza que nos hubiera venido bien en la Guerra de la Independencia».

La pica, el arma básica

Con todo, si por algo se hicieron famosos los Tercios fue por su arma básica, la pica, una extensa lanza de entre cuatro y seis metros con la que se detenía el avance de la caballería y se atacaba a los soldados enemigos que combatían a pie. «Los piqueros se distribuían en picas “armadas”, que ocupaban las primeras filas y llevaban más protección (casco, peto y falderas de metal) -generalmente veteranos-, y las picas “secas”, los de las filas del fondo, peor ataviados, con poca protección y menor experiencia en combate», añade el presidente de la Asociación Napoleónica Valenciana.
Como no podía ser de otra forma, la vida del piquero era de las más sufridas de la compañía, sobre todo si era un «soldado bisoño» (un nuevo recluta). Y es que, cuando un «afortunado» entraba a formar parte de un Tercio, y a menos que tuviera experiencia con armas de fuego, recibía un escaso adelanto de su sueldo para comprar la pica. A continuación, y si no contaba con dinero para adquirir la media armadura y el morrión –el casco característico de estas unidades-, era nombrado «pica seca».
Pero, independientemente del grado que tuviera cada integrante de la compañía, todos los soldados estaban orgullosos de pertenecer al Tercio y poder combatir y sangrar por su rey. «El soldado de los Tercios era admirado y temido. Y lo sabía. También eran engreídos y pendencieros y a la menor ocasión solían echar mano del acero para “aclarar” sus diferencias. En esto también eran muy respetados en toda Europa, la“destreza española” con la espada ropera y la daga de mano izquierda era bien conocida», añade Blasco.

Última defensa

Los combatientes también contaban con una amplia selección de armas blancas con las que, llegado el momento, defenderse en un combate a corta distancia si la formación de picas flaqueaba. «Todo soldado dominaba el combate individual con espada y daga. Querría llamar la atención sobre la daga, la segunda arma blanca que portaban los españoles y que era muy resolutiva. Esta palabra, "resolutiva", es la que usó un coronel finlandés para hablarme del puuko, su cuchillo nacional equivalente a la daga», completa, por su parte, Sánchez de Toca.
La daga era una de las armas que, a pesar de su tamaño, daban ventaja a los españoles durante el combate. Concretamente, y como bien se explica en la sección dedicada a los Tercios del Museo del Ejército –ubicado en el Alcázar de Toledo-, este pequeño cuchillo solía usarse en combinación con la espada, buscando, en primer lugar, detener las acometidas del enemigo y, en segundo término, atacar el costado del contrario.

Armas desechadas

A su vez, y durante algunos periodos de la historia, los Tercios hicieron uso de todo tipo de armas para el combate cuerpo a cuerpo. «Dependiendo de la época, sobre todo en el siglo XVI había unidades de rodeleros, armados con espada de punta y corte y rodela (escudo pequeño de metal), protegidos por medio arnés (armadura completa de la parte superior del cuerpo). Los rodeleros españoles eran temibles en los choques y podían combatir entre las filas de piqueros, así como los“doblesueldos”, que usaban el “montante”, una gran espada con la que abrían brechas en las líneas enemigas, pero esta arma solo se usó a comienzos del XVI y posteriormente parece que su uso era ornamental y en desfiles», añade Blasco.
Al final, el paso del tiempo acabó con estas unidades. «Hay que tener en cuenta que los Tercios ocupan casi dos siglos de la historia de España por lo que su estructura y armamento varió notablemente desde su creación en 1534 hasta su conversión en regimientos en 1704. En sus primeros tiempos todavía se usaban ballestas, espadas y rodelas, pero poco a poco fue evolucionando su estructura debido a las mejoras de las armas de fuego», sentencia el experto.

Vendaval de plomo

En último lugar, para atacar a los enemigos a distancia y cubrir los flancos de los piqueros se encontraban dos tipos de soldados. «Los que portaban armas de fuego se dividían en mosqueteros -con armas de 7 a 12 kilos tan pesadas que necesitaban una horquilla en la que apoyarse- y arcabuceros, con arma más ligera, de unos 5 kilos, que se podía disparar desde el hombro sin horquilla. Para las armas de fuego se usaban 12 cargas de pólvora en tubos de madera unidos a un correaje, que popularmente se denominaban “los doce apóstoles”», destaca el presidente de la Asociación Napoleónica Valenciana.
No obstante, la diferencia, como apunta por su parte Sánchez de Toca, se fue desvaneciendo con el paso del tiempo: «Entre arcabuceros y mosqueteros hubo diferencia sobre todo al principio, cuando hacia 1567 el duque de Alba bajó a las compañías los mosquetes, un arma grande y pesada que hasta entonces solo se había usado en defensiva y desde las murallas. Pero al correr del tiempo esta diferencia se desdibujó: los arcabuceros, que eran la infantería ligera y a pie, se montaron a caballo, y los mosqueteros (a los que Alba llamaba "guarnición") bajaron de la muralla para luchar a pie con las compañías».

Un ejército sin uniforme

En cuanto a la vestimenta, los Tercios no se caracterizaron en su primera etapa por contar con un uniforme concreto. En la práctica, cada soldado hacía gala de los ropajes que buenamente podía conseguir y, únicamente después de saquear una ciudad o recibir la paga, adquirían algún elemento para adornar su indumentaria.
Así, la única similitud al vestir era que los piqueros no solían hacer uso de la casaca mientras que, por su parte, los mosqueteros sustituían los pesados morriones y cascos por sombreros de ala ancha. Sin duda, no hacían gala de un fino gusto al vestir, pero no necesitaban caros ropajes para acabar con los enemigos de España.
A su vez, y según se explica en el Museo del Ejército, una de las pocas distinciones que llevaban los soldados para diferenciarse del enemigo era una pequeña banda roja en el brazo, color que también solían utilizar los piqueros para forrar el asta de sus armas. Este atuendo se mantuvo aproximadamente hasta el SXVII, momento en el que se reglamentó un color para las casacas de algunos Tercios.

El final de una leyenda

Pero de nada valieron las innumerables victorias de los Tercios, pues crueles reveses como Rocroi y la falta de dinero acabaron condenando a estas unidades. «La muerte de los Tercios tiene fecha: Murieron a manos de Felipe V, que los disolvió y convirtió en regimientos que tenían a los capitanes "menos sueltos" más controlados por un mando más centralizado. En mi opinión, la sustitución no se debió tanto a mimetismo francés, espíritu racionalizador y centralizador, como al intento de acabar con las "plazas muertas", un arte que andando el tiempo los generales de Napoleón llevarían a cimas excelsas», destaca, en este caso, el militar español.
Sin embargo, si bien desaparecieron como tal, hoy en día perduran en la memoria popular gracias a las múltiples hazañas que protagonizaron a base de pica y arcabuz. «Aunque los Tercios murieron en cuanto solución temporal -y muchísimo tiempo exitosa- para un problema administrativo y táctico, su espíritu sobrevivió y perdura hasta nuestros días en los bellísimos versos de Calderón y en las fórmulas de las Ordenanzas de Carlos III y del primer borrador de las Ordenanzas de Juan Carlos I. Los espíritus del Credo Legionario o la Oración de los paracaidistas son retoños actuales del viejo espíritu de los Tercios», sentencia el experto.
«Los Tercios fueron durante casi dos siglos el nervio de la Monarquía Católica, sólo el 8% de su ejército, pero el núcleo insustituible que resolvía la papeleta y daba la victoria. Y eso es mucho para una nación despoblada que en aquellos siglos se impuso al mundo y mantuvo en paz América, un continente entero, cuando más, con menos de 4.000 soldados. Los Tercios fueron un prodigio de eficacia organizativa. Los españoles de entonces no lo hacían tan mal: Al contrario, lo hacían estupendamente bien», sentencia Sánchez de Toca.

Recreando a los Tercios

30 de octubre de 2015

Atrevido artículo de un Premio Pulitzer en «The Wall Street Journal» en defensa de la Cristiandad


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Bret Stephens, jefe de Opinión de Internacional, elogia a Ratzinger

Atrevido artículo de un Premio Pulitzer en «The Wall Street Journal» en defensa de la Cristiandad

Atrevido artículo de un Premio Pulitzer en «The Wall Street Journal» en defensa de la Cristiandad
O Europa comprende que es la Europa de las peregrinaciones, o morirá por falta de fe en sí misma.

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24 octubre 2015

[Bret Stephens recibió en 2013 el Premio Pulitzer por sus columnas de análisis de política nacional y exterior en The Wall Street Journal, donde es también jefe de opinión inernacional. Trabaja asimismo como comentarista en Fox News.

El pasado lunes 19 
publicó un artículo, In Defense of Christendom [En defensa de la Cristiandad], que ha sido rebotado y comentado cientos de veces en Estados Unidos. En contra de Stephens, quienes aborrecen las raíces cristianas de Europa. A favor, quienes las proclaman, aunque también algunos de estos sugieren críticas, en la medida en que movimientos de ideas como la Ilustración y el liberalismo, que Stephens asocia sin matices al cristianismo, han influido notablemente en que la Europa actual vaya progresivamente abandonando esas raíces.

Sin que Religión en Libertad comparta todas las tesis de Stephens, nos invita a compartirlo con nuestros lectores la importancia adquirida por el artículo y el interés del debate que suscita, además de su rotundidad a favor del cristianismo, su incómoda valentía al hablar del islam, y los interesantes puntos de vista que aporta sobre problemas ahora mismo candentes en el Viejo Continente.]


En defensa de la Cristiandad
La muerte de Europa está a la vista. Todavía confusa y aún no inevitable, es de todas formas visible y está cada vez más cercana, como un planeta distante en la lente de una satélite que se acerca a él. Europa está llegando a su fin no por causa de su economía esclerosada, su demografía estancada o las disfunciones del superestado. Tampoco es la causa real la llegada masiva de emigrantes de Oriente Medio y África. Precisamente esta gente desesperada es la última y poderosa brisa contra el tronco de una civilización desecada.

Europa se está muriendo porque ha pasado a ser moralmente incompetente. No es que Europa no defienda nada; es que Europa defiende cosas triviales y lo hace superficialmente. Los europeos creen en los derechos humanos, en la tolerancia, en la apertura, en la paz, en el progreso, en el ambiente, en el placer. Estas creencias son todas muy bonitas, pero también son secundarias.


Bret Stephens (el más joven en la foto), recibiendo el 2013 el Premio Pulitzer de manos de Lee C. Bollinger, rector de la Columbia University.

Los europeos ya no creen en esas cosas de las que surgieron sus creencias: el judaísmo y el cristianismo; el liberalismo y la Ilustración; el orgullo castrense y la capacidad; el capitalismo y la abundancia. Y mucho menos creen en luchar o sacrificarse o rezar o incluso discutir sobre estas cosas. Tras haber ignorado y socavado sus propias bases, se preguntan porqué su casa se desmorona.

¿Qué es Europa? Es Grecia y no Persia; Roma y no Cartago; el cristianismo y no el califato. Estas distinciones son fundamentales. Decir que Europa es una civilización aparte no significa decir que es mejor o peor. Es sencillamente decir: esto somos nosotros y eso sois vosotros. Tampoco es decir que Europa tiene que ser una civilización cerrada. Sólo tiene que ser una civilización que no se disuelve al contacto con los extranjeros que admite dentro de ella.

Esto es lo que hace que la diplomacia de Angela Merkel, regente indiscutida de la política exterior europea, resulte tan extraña y desconcertante. La canciller alemana lidera un partido llamado Unión Cristiano Demócrata, y uno de sus objetivos principales es recuperar el derecho de Alemania a un conservadurismo razonable.


La visita de Angela Merkel a Recep Tayyip Erdogan a mediados de octubre supuso un cambio de política de la Unión Europea respecto a las migraciones masivas. Se intentará que Turquía las frente a cambio de su aproximación a la Unión, que algunos países, en particular Francia, rechazan.

Y sin embargo, allí estaba ella el domingo, en Estambul, ofreciendo un acuerdo según el cual Europa concederá visados gratis a los turcos para que viajen a Europa a partir del año que viene, además de agilizar la entrada de Turquía en la Unión Europea, si Ankara presta más ayuda para el asentamiento de los refugiados sirios y de otros lugares en su propio país. Y Europa también pagará la cuenta de todo esto.

Esto es Machtpolitik [Política basada en la Fuerza] al revés, en la que la canciller mendiga pequeños favores de poderes débiles sobre cuestiones temporales a cambio de mayores concesiones que implican ramificaciones de amplio alcance. Hay 75 millones de turcos, cuya renta per capita no llega al nivel de la de los panameños. El país está dirigido por un islamista electo con una vena autocrática, propenso a declaraciones antisemitas, que apoya abiertamente a Hamas, niega el genocidio armenio, ostenta cifras récord en número de periodistas encarcelados y organiza juicios farsa al estilo soviético contra sus opositores políticos. Turquía es además frontera con Siria, Irak e Irán, por lo que estos países se convertirán también en las fronteras de Europa si Turquía entra a formar parte de la Unión Europea.

Este es el país que la Sra. Merkel propone llevar al seno de Europa. Sus defensores podrán decir que está siendo poco sincera, pero esto agrava la vergüenza de su apertura.

También agrava el peligro. ¿Pueden las tradiciones políticas liberales de Europa, su legado religioso y cultural, sobrevivir durante mucho tiempo a una llegada masiva de emigrantes musulmanes, del orden de decenas de millones de personas? No. No, dada la frecuente e infeliz experiencia de Europa con una gran parte de su población musulmana. No, cuando tienen grupos de emigrantes que rechazan la integración y países de acogida que sólo plantean vacilantes exigencias cívicas.

Y no cuando una superficial política de inmigración, gestionada sólo para la autosatisfacción moral, lleva a la inevitable reacción. En Suiza, hace unos días, una mayoría relativa de votantes votaron al Partido Popular Suizo, conocido sobre todo por su postura anti-inmigración. Sus partidos hermanos en toda Europa son también los beneficiarios políticos de la afluencia de emigrantes, porque trafican con las quejas legítimas contra el estado postmoderno por vender remedios miopes. Pocas cosas son tan peligrosas para la democracia como un populista a medio camino.


En 2009, lo suizos aprobaron una ley para impedir la construcción de nuevos minaretes en el país.

También dice algo de la política de nuestros días el que esta columna sea condenada por pasarse de la raya. El tenor de los tiempos es tal que ya no es posible afirmar, sin suscitar un airado disentimiento, que Europa no puede ser Europa si no es verdadera con su herencia principal, a saber: el matrimonio entre razón y revelación que produjo una civilización de gran maestría tecnológica regulada por la decencia humana.

“Es encomiable que Occidente intente ser más abierto, más comprensivo hacia los valores de los otros, pero ha perdido su capacidad de autoestima”, observó un importante teólogo alemán hace una década. “Todo lo que ve de su historia es lo despreciable y destructivo; ya no es capaz de percibir lo que en ella hay de grande y puro. Lo que Europa necesita es aceptarse de nuevo a sí misma, una aceptación que sea crítica y humilde si realmente desea sobrevivir”.

Este teólogo era Joseph Ratzinger, conocido como Benedicto XVI. Está pasado de moda, lo que hace que sea aún más válido escucharle.

Publicado en The Wall Street Journal.
Traducción de Helena Faccia Serrano.

El Rey concede el Toisón de Oro a Leonor, que mañana cumple diez años

El Rey concede el Toisón de Oro a Leonor, que mañana cumple diez años

El Consejo de Ministros también ha aprobado el guión y el estandarte de la Princesa de Asturias
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La Princesa de Asturias saluda, junto a su hermana Sofía en el desfile de la Fiesta Nacional, - Efe
ABC - ALMUDENA MARTÍNEZ-FORNÉS Madrid - 30/10/2015 a las 13:59:26h. - Act. a las 13:59:26h.Guardado en: Casa Real , Casa Real

El Rey ha concedido a su hija mayor, la Princesa de Asturias, la más alta condecoración que puede otorgar, el Collar del Toisón de Oro. Es un reconocimiento simbólico, sin privilegios más allá de los protocolarios, que en el caso de la Princesa Leonor obedece a razones de tradición y continuidad y al deseo de institucionalizar la figura de la Princesa de Asturias como Heredera de la Corona. Hasta el reinado de Don Juan Carlos, el Toisón estaba reservado a los varones.
La concesión del Toisón, que es un reconocimiento personal del Rey yno una condecoración del Estado, ha sido vista este viernes por el Consejo de Ministros y el Real Decreto se publicará mañana en el Boletín Oficial del Estado, coincidiendo con el décimo aniversario del nacimiento de la Princesa de Asturias. El Rey impondrá el Toisón a su hija en una ceremonia cuya fecha aún no se ha hecho pública.
Este es el primer Collar del Toisón que ha concedido Don Felipedesde que fue proclamado Rey y se convirtió en Soberano y Gran Maestre de esta Orden, que fue creada en 1430 por Felipe el Bueno, Duque de Borgoña, con motivo de su matrimonio con Isabel de Portugal. La Orden pasó en 1477, por el matrimonio de la Duquesa María con el Emperador Maximiliano, a su nieto Carlos I de España, el Emperador Carlos V. Desde entonces, los Reyes de España son los Soberanos de la Orden.
En la Familia Real española siempre ha existido la tradición de conceder el Toisón a los Herederos de la Corona. A Don Felipe se lo concedió su padre, Don Juan Carlos, el 3 de mayo de 1981, cuando contaba con trece años; a Don Juan Carlos se lo otorgó Don Juan en 1941, cuando tenía tres años, y al Conde de Barcelona se lo impuso Alfonso XIII en 1928, a la edad de catorce años. Hasta entonces, lo habitual era que se le impusiera al Príncipe de Asturias en el momento de su nacimiento.
Desde su fundación, se han concedido unos 1.200 collares, que son propiedad de la Orden y deben ser devueltos a la muerte de cada caballero. El último collar del Toisón que ha sido devuelto fue el del Infante Don Carlos, fallecido el pasado 5 de octubre, a quien se lo había concedido Don Juan en 1964.
Durante su reinado, Don Juan Carlos concedió 24 collares del Tosión, los últimos a Adolfo Suárez (2007), al Rey Abdalá de Arabia Saudí (2007), a Javier Solana y Víctor García de la Concha (a ambos en una ceremonia conjunta en 2010), a Nicolas Sarkozy (2011) y a Enrique Iglesias (2014). Don Juan Carlos concedió por primera vez el Toisón a mujeres: las Reinas Margarita de Dinamarca, Isabel de Inglaterra y Beatriz de los Países Bajos.
El Consejo de Ministros ha aprobado hoy otro Real Decreto por el que se crea el Guión y el Estandarte de la Princesa de Asturias y que regulará su uso en los espacios y lugares públicos durante los actos presididos por Leonor. El Guión de la Princesa es muy parecido al que utilizó Don Felipe mientras era el Heredero de la Corona. Su fondo será también del color azul de la bandera del Principado de Asturias, como era el de su padre hasta que fue proclamado Rey y escogió un guión de color rojo carmesí. Este Real Decreto también se publicará mañana en el BOE coincidiendo con el cumpleaños de la Princesa.

La Xunta aprueba una declaración en defensa del Estado de las autonomías

La Xunta aprueba una declaración en defensa del Estado de las autonomías

Feijóo reivindica la Transición y dice que los secesionistas desafían "a todas las autonomías y no solo al Gobierno"

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El presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, el pasado domingo en Lugo. / ELISEO TRIGO (EFE)
El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo (PP), ofrece el respaldo de su Ejecutivo al Gobierno —"a este o a cualquiera que respete la Constitución"— ante el desafío secesionista de Cataluña. El Gobierno gallego ha aprobado una declaración institucional en defensa del Estado de las autonomías, en la que alerta de que la declaración secesionista catalana supone "un desafío a todas las comunidades que conforman España". También tilda de "irresponsabilidad", "deslealtad" y "cálculo partidario" la postura de los secesionistas que, señala, "no pueden estar por encima de un marco de entendimiento y convivencia".
La declaración del Ejecutivo gallego destaca que la postura de las fuerzas catalanas independentistas supone "un desafío al conjunto del Estado de las autonomías y no solo a un Gobierno concreto", por lo que garantiza su respaldo a la "respuesta del Gobierno central y partidos democráticos" ante el desafío rupturista.
Feijóo, que leyó este jueves el manifiesto de su Gobierno en la rueda de prensa posterior al Consello de la Xunta, reivindicó la Constitución y la Transición. El presidente gallego eludió contestar a las preguntas de los periodistas sobre si su Gobierno respaldaría la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que permite la suspensión de una autonomía y sobre el que Mariano Rajoy ha señalado que "espera" no tener que aplicar.