15 de noviembre de 2012

Rajoy no cambia nada de su ‘hoja de ruta’


Rajoy no cambia nada de su ‘hoja de ruta’

Considera que Bruselas refrenda su política como el único camino posible

El PSOE apoyó el paro porque “se vive peor” y cuestiona las políticas de derechas

Imagen de la protesta en Madrid contra el Gobierno. / LLUIS GENE (AFP)
Pasase lo que pasase en la jornada de huelga general de ayer nadie en el Gobierno y en el entorno del presidente, Mariano Rajoy, pone en duda que las políticas aplicadas hasta ahora son las únicas posibles. YBruselas llegó, además, para echar otra mano en un momento muy oportuno. Por tanto, no habrá cambios, ni giros ni frenos en los recortes y ajustes en marcha. El presidente, que ayer se pasó un rato por el Congreso a votar las seis enmiendas aceptadas por su grupo de las 3.600 tramitadas por la oposición a los Presupuestos del Estado, lo refrendó en una entrevista hecha el lunes al periódico argentino La Nación: “No tenemos otra alternativa. Hay mucha gente que lo entiende, aunque evidentemente hay otros que no lo entienden y yo los respeto. Pero en España somos 46 millones de españoles viviendo aquí, y hay muchos a los que no les gusta lo que hacemos pero a muchos sí”.
Rajoy comentó también que entiende y le “preocupa” el malestar de la gente porque no vive de espaldas a la realidad. Y asume que ha tomado decisiones difíciles, como subir impuestos, aunque augura que los bajará cuando la situación mejore.
Fuentes oficiales de La Moncloa remacharon, tras concluir que el seguimiento del paro había sido “discreto”, que es difícil defender que se están produciendo ya algunas mejoras con casi seis millones de parados. También ratificaron que las reformas ya aplicadas y las programadas no se modificarán por esta movilización y aunque no coincidan con la filosofía del partido, como la subida de impuestos. Todos los miembros del Gobierno que hablaron ayer incidieron en esa línea, como lo hizo el ministro de Economía, Luis de Guindos, para remarcar que se seguirá en esa “hoja de ruta como único camino posible para evitar incertidumbres”. El titular de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, ensalzó la obligación de ir a trabajar precisamente para frenar el paro.
Cuando ya habían hablado todos esos dirigentes del Ejecutivo llegó la rueda de prensa en Bruselas del comisario de Asuntos Económicos y vicepresidente de la Comisión, Olli Rehn, valorando el esfuerzo en los ajustes de España para cumplir el objetivo de déficit. Aunque también apostilló que no se relajará el calendario para los próximos ejercicios.
Si no era previsible una variación significativa en el discurso oficial emanado de La Moncloa, tampoco hubo sorpresas en el efectuado desde la oposición.
El PSOE apoyó la huelga, sus razones y consideró un éxito la jornada lo suficiente como para que su número tres, Óscar López, que fue a la manifestación de Madrid, exigiese “un giro rápido y contundente de las políticas de derechas del Ejecutivo”. Ese fue el mensaje que lanzó por la mañana en el Congreso el líder socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, que concluyó que ahora mucha más gente vive peor que hace un año, cuando aún gobernaba el PSOE. El presidente del PSOE, José Antonio Griñán, replicó la tesis de Guindos de que este camino sea el único para reducir la incertidumbre.
El PSOE vivió ayer una jornada rara. La posición de la dirección fluctuaba entre el apoyo simbólico (los diputados debían ir a trabajar pero donaron individualmente su salario del día a una entidad relacionada con bancos de alimentos para pobres) y los desmarques más o menos calculados. Por ejemplo, 14 diputados del PSC en el Congreso no acudieron a la cámara baja para hacer campaña en Cataluña. No fueron sancionados. Otra docena de parlamentarios socialistas levantó carteles a favor del paro mientras exponía sus presupuestos el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo. Fueron advertidos y se recogieron en un minuto.
Aunque hubo pleno, se notaron ausencias. Bastantes, más de 50. En especial las de la Izquierda Plural. El coordinador de IU, Cayo Lara, ni entró para boicotear las ideas de la troika europea.

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