1 de julio de 2019

CENTENARIO

P E R I S C O P I O

Blog Contra-Revolucionario

domingo, 30 de junio de 2019


CENTENARIO – 01/07/2019

El 30 de junio de 1919, el Cerro de los Ángeles, centro geográfico de la península, se encontraba abarrotado de gente. Llegaron católicos de todo el país en coche, trenes, carros, caballos y a pie para ver cómo el rey Alfonso XIII pronunciaba la oración por la que consagraba España al Sagrado Corazón de Jesús a los pies del monumento que se levantó en su honor.

En la consagración se reconocía a Jesús como Redentor del mundo, Rey de reyes, fuente de todo poder y fundamento de todas las leyes justas, expresaba pública y solemnemente el deseo de que reinase en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras, en nuestras leyes e instituciones patrias.

Al acto asistieron la Familia real, el Gobierno en pleno y numerosas autoridades religiosas, civiles y militares.
 
El propio Alfonso XIII contó al P. Crowley que la masonería le había amenazado con derrocarle y desterrarle si no accedía a sus proposiciones. Afirmó haber tenido gran gusto en cumplir en el Cerro de los Ángeles un deber de católico, pues el enemigo de nuestra fe se encontraba dentro de la ciudadela. Se vio forzado a recibir una delegación de la masonería internacional que le transmitió varias condiciones para garantizarle conservar la Corona en un ambiente de paz a pesar de las crisis que la amenazaban. Le presentaron un pergamino pidiéndole firmase su adhesión a las siguientes proposiciones: 1ª su adhesión a la masonería, 2ª decretar la laicidad del Estado, 3ª la introducción del divorcio y 4ª enseñanza pública laica. Sin titubear un instante, respondió: Esto ¡jamás! No lo puedo hacer como creyente. Personalmente soy católico, apostólico y romano. Y como quisieron insistir, los despidió con una venia. Al salir, le dijeron: lo sentimos, pues V. M. acaba de firmar su abdicación como rey de España y su destierro, a lo que respondió vivamente: prefiero morir desterrado que conservar el trono y la corona al precio de la traición y la perfidia que me proponen.

Eso fue lo que sucedió el 14 de abril de 1931. La masonería instigando a los revolucionarios con sus conspiraciones consiguieron amedrentar al rey amenazándole de muerte e induciendo su lamentable abandono de la lucha dejando el país al borde de la guerra civil.

Un siglo después, el actual monarca, fiel a las directrices masónicas, opta por la perfidia y ni se le pasa por la cabeza la idea de renovar dicha consagración.


 NACHO ALDAY  

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