9 de mayo de 2019

BENDICION

miércoles, 8 de mayo de 2019


BENDICIÓN – 09/05/2019

Avanza la procesión a través de los campos fecundados por el trabajo rudo y honesto del labrador. El Santísimo Sacramento sale del sagrario, transpone los umbrales del templo y Nuestro Señor recorre los trigales, cubriendo de bendiciones la tierra, sus frutos, el trabajo humano y sobre todo al trabajador. La escena es rica en armonías profundas. Gracia y naturaleza. La Iglesia y la sociedad temporal, autoridades y pueblo, civiles, militares y eclesiásticos, ricos y pobres, todo allí se encuentra y se une, en una dignidad, en una sencillez, en un sentido de jerarquía de valores, que es la mejor y más genuina belleza de este cuadro técnicamente excelente: la bendición de los trigales, por Jules Breton.

Tanta variedad, dignidad y bienestar de la persona humana, aun siendo modesta, tanta fe profunda, sin el fanatismo de los movimientos de masa suscitados por la técnica de la propaganda moderna, hacen pensar en la definición de pueblo dada por el Santo Padre Pío XII en su gran alocución navideña de 1944: El pueblo vive con vida propia, de la vida de los hombres que lo componen, cada uno de los cuales en su propia posición, a su manera, es una persona consciente de su responsabilidad y de sus propias convicciones. De la exuberancia de vida de un verdadero pueblo la vida se difunde abundante, rica, en el Estado y en todos sus organismos a los cuales comunica con un vigor incesantemente renovado, la consciencia de su propia responsabilidad, el verdadero sentido del bien común. En un pueblo digno de tal nombre el ciudadano siente en sí mismo la consciencia de su personalidad, de sus deberes y de sus derechos, de su propia libertad conjugada con el respeto a la libertad y dignidad del otro. En un pueblo digno de tal nombre, las desigualdades, que derivan no del arbitrio sino de la propia naturaleza de las cosas, desigualdades de cultura, de bienes, de posición social, sin perjuicio, evidentemente, de la justicia y de la mutua caridad, no son un obstáculo para la existencia y el respeto, el predominio de un auténtico espíritu de comunidad y fraternidad. Pues tales desigualdades, lejos de perjudicar de cualquier manera la igualdad civil, le confieren su legítimo significado, o sea, que frente al Estado cada uno tiene el derecho de vivir honestamente la propia vida personal, en el puesto y en las condiciones en que los designios y las disposiciones de la Providencia le pusieron.

EXTRACTOS DE COMENTARIOS DEL PROF. PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA AUTORIA DE NACHO ALDAY SIN REVISION DEL AUTOR

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