1 de febrero de 2012

La sala escucha emotivos testimonios de los familiares de víctimas del franquismo

La sala escucha emotivos testimonios de los familiares de víctimas del franquismo

Las testigos de Garzón relatan las desapariciones de familiares en la Guerra Civil

El juez Baltasar Garzón, esta mañana en el Supremo. / SAMUEL SÁNCHEZ
El juicio al magistrado Baltasar Garzón por su investigación de loscrímenes del franquismo ha continuado esta mañana con la prueba testifical, en la que han comparecido familiares de desaparecidos de la Guerra Civil. Dos mujeres de avanzada edad que a pesar de sus limitaciones han dejando testimonios muy emotivos que el presidente del tribunal, Carlos Granados, dejó fluir con comprensión y respeto. El intento del abogado de Manos Limpias de reconducir los testimonios al objeto del proceso, --“aquí se está juzgando a Baltasar Garzón” comenzó a decir--, fue atajado con contundencia por el presidente: “Aquí es el presidente el que decide y soy yo el que decide que se pregunta y que no”, le cortó.
María Martín López, de 81 años, de la asociación Nuestra Memoria, de Sierra de Gredos, entró con un andador en el Salón de Plenos. “Tengo mal la garganta”, se justificó con una voz forzada y ronca que apenas pudo escucharse a través del sistema de megafonía. Dijo conocer a conocer al juez Garzón “de los periódicos, aparte de la televisión”. Su familia vivía en Pedro Bernardo (Toledo) al comienzo de la Guerra Civil.
De lo que se pudo entender de su testimonio, la anciana relató que mataron a su madre “por no tener mil pesetas”. El 21 de septiembre la echaron a la calle, le pidieron 1.000 pesetas (unos seis euros) y como no las tenía, se la llevaron en un coche. La mataron en el camino a Arenas de San Pedro, allí mataron a otros 27 ese día. Solo se escapó uno.
María Martín tenía seis años entonces y la recogió una tía suya en una finca. Cuando iba al pueblo, le hacían beber medio litro de aceite de ricino. Su padre sobrevivió a la guerra después de salir de la cárcel. Ella sabe dónde está su madre, enterrada cerca de un puente, pero nadie la ha ayudado a recuperar el cuerpo.
Al término de su declaración, a preguntas de los informadores, precisó que a ella la hacían beber medio litro de aceite de ricino con diez guindillas. A Pascuala, su hermana mayor, “un litro de aceite de ricino con 20 guindillas”.
La siguiente testigo, María del Pino Sosa, también dijo conocer a Garzón “por los periódicos y la televisión”. Vive en Gran Canaria y es de la asociación de la memoria Histórica de Arucas. Denunció en diciembre de 2006 la búsqueda de su padre, “que se lo llevaron de casa”, y la de los desaparecidos de Canarias. Nunca más supo de su padre. Acudió a la Audiencia Nacional, a demandar “justicia”: “Se los llevaron de casa, los apalearon, se los llevaron presos. Cuando se llevaron a mi padre, se llevaron el pan y la sal de nuestras casas. Mi madre no quería una declaración de fallecimiento porque decía que se lo llevaron vivo, y vivo lo reclamamos”.
Presentó una queja en el CGPJ en noviembre de 2007 por lo que estaba tardando el procedimiento. “No sé si lo archivaron o no, volvimos a preguntar por el tiempo que tardaban. Nosotros reclamamos como era nuestro deber”. “Muchísimas gracias a este tribunal”, se despidió.
El abogado de Manos Limpias José María Ruiz, ha intentado sacar petróleo de donde no había. El letrado ha orientado sus preguntas a intentar demostrar que las denuncias se presentaron interesadamente en la Audiencia Nacional, mientras había otros procedimientos en marcha. Las limitaciones de memoria de las testigos en el detalle de cuándo y dónde se presentaron las posibles diversas denuncias lo hicieron imposible y el letrado ha renunciado a seguir interrogando.

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