23 de junio de 2019

MAYAK

P E R I S C O P I O

Blog Contra-Revolucionario

viernes, 21 de junio de 2019


MAYAK – 22/06/2019

Mucho antes de que Chernóbil saltara por los aires la Unión Soviética ya había sufrido otro grave accidente nuclear que sus líderes consiguieron mantener oculto durante dos décadas. Se produjo el 29 de septiembre de 1957, en una planta secreta llamada Mayak que los comunistas tenían cerca de los montes Urales, a unos 2.000 kilómetros al este de Moscú. Inmediatamente después, al personal que había sobrevivido a la catástrofe, se le prohibió hacer la más mínima pregunta a sus superiores ni mencionar el accidente a nadie. Como se encontraba en una zona militar fuertemente custodiada consiguieron mantenerlo en secreto, pero provocó una enorme nube radioactiva que se extendió cientos de kilómetros afectando a más de 250.000 personas. Tal fue la gravedad de aquella explosión que aún hoy es considerado el tercer peor desastre nuclear de la historia después de Chernóbil y Fukushima.

El mundo permaneció ajeno a aquella tragedia humana y medioambiental debido al estricto protocolo soviético de ocultar la información perjudicial para el régimen, gobernado en aquel momento por Kruschev, en la fotografía con su risa vulgar, de una cordialidad nada convincente, expresión, porte y actitud marcadamente groseras, caracterizan al negrero de esa gran e infeliz sala de esclavos a la que el comunismo redujo Rusia. Era el símbolo de la época en que todos los elementos superiores de cultura son negados, bajo el signo del más graso materialismo, sólo la fuerza y la técnica tienen valor oficialmente reconocido. Como llegaron rumores a Occidente, cuando fue preguntado en la escena política internacional se negó a reconocer ni tan siquiera la existencia de la planta.

Los aspectos medio ambientales no fueron tomados en serio, hasta el punto de que los seis reactores nucleares se encontraban cerca del lago Karachai, en el que descargaban el agua contaminada después de ser utilizada para enfriar los reactores. Y además la planta estuvo echando durante años los desechos radiactivos a un río cercano que conectaba con el río Obi y de ahí iba a parar al Océano Ártico.

No fue hasta 1976 cuando el biólogo disidente ruso Jaurès Medvedev dio por primera vez noticia de aquel grave accidente. Aunque todavía no hay cifras oficiales, se calcula que unas 200 personas murieron en los diez primeros días y cientos de miles fueron seriamente afectadas por la radiación posterior. A pesar de eso, hoy Mayak sigue siendo una de las principales centrales nucleares en Rusia.


 NACHO ALDAY
   

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