26/08/2017
IGNACIO PORTA - PIO IX
En el primer gran acto de su pontificado,
la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, manifiesta su profunda
convicción en la existencia de una relación entre la Madre de Dios y los
acontecimientos históricos. En el momento de su definición el rostro de Pio IX
fue iluminado por un haz de luz que inexplicablemente descendía de lo alto
provocando una extraordinaria claridad en todo el ábside.
En el segundo, la proclamación del
Syllabus, condena la separación de la Iglesia y el Estado así como la libertad
religiosa. En último análisis condena inequívocamente a quien afirmase que el
romano Pontífice puede y debe realizar pactos y conciliaciones con el
liberalismo y con la llamada “civilización moderna”.
Y en el tercero, la celebración del Concilio Vaticano I, define
dogmáticamente la infabilidad pontificia constituyendo el ápice de su
pontificado. Un huracán se abatía en aquel momento sobre Roma pero en el
instante en que entonó el Te Deum, el Sol, cortando inesperadamente las nubes,
iluminó la Basílica dejando bajar un rayo sobre el rostro del Papa. Al día
siguiente Prusia declaraba la guerra a Francia provocando la ocupación de Roma
y la interrupción del Concilio. Ya en alocuciones anteriores había advertido de
que los arquitectos de la Revolución, constituidos en sociedades secretas,
intentaban empujar a los pueblos para la subversión de todo orden conspirando contra la Iglesia y los
poderes legítimos.
Pio IX – R. De Mattei – Ed. Civilización –
Porto, 2000
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