11 de mayo de 2013

Éxito del ‘lapao’ en su nacimiento: 300.000 personas ya lo hablan en China


Éxito del ‘lapao’ en su nacimiento: 300.000 personas ya lo hablan en China

El nuevo nombre del catalán que se habla en Aragón es el mismo de un dialecto de Asia

La consejera de Cultura dice ahora que la ley nunca habla del 'lapao' o el lapapyd'

El lapao, el nombre que recibe el catalán aragonés en la nueva ley de lenguas aprobada por las Cortes de Aragón, ha nacido con un doble éxito (de mucha crítica y muchísimo público) en las redes sociales... y en Asia. Allí ya lo hablan unas 300.000 personas en áreas remotas de China Meridional, Myanmar (Birmania) y Tibet, sin contar los 60.000 ciudadanos que en su desambiguación ibérica ya lo hablaban en la zona limítrofe de Aragón con Cataluña. Pero, ahora, según ha declarado a la agencia Efe la consejera de Cultura, Dolores Serrat, todo es un invento, una tergiversación de la nueva ley de lenguas que no pone nombres a eso que se habla en su territorio aparte del Castellano. Por lo tanto, el lapao asiático, que es un dialecto del naxi (que suena así), puede seguir tranquilo en su refugio. Pero la vertiente española ya ha calado: el lapao de Aragón ha entrado en la wikipedia.
La red está encendida y el Gobierno señala a la oposición como responsable del uso “caricaturesco” de los términos Lapao y Lapapyp, pero lo real es que ha nacido un conflicto con tintes surrealistas y propio de una tierra que tiene entre sus hijos ilustres a Luis Buñuel. Y todo por no llamar a las cosas por su nombre (catalán y aragonés), por borrar de una ley las palabras para que el hecho no exista.
”En la ley", dice Serrat, "nunca se habla de lapao ni de lapapyp", sino que esos son términos “acrónimos ficticios a partir de las referencias hechas en el texto legal a las lenguas propias del área oriental de la Comunidad y a las lenguas propias del área pirenaica y prepirenaica”. Y, ciertamente, en la ley no figura la denominación expresa de esas lenguas, pero tampoco se llama al catalán y al aragonés por su nombre, sino que se las denomina como las lenguas que se hablan en determinados territorios: LAPAO (Lengua Aragonesa Propia del Área Oriental) y LAPAPYP (Lengua Aragonesa Propia de las áreas Pirenaica y Prepirenaica).
La protesta crece al ritmo de la mofa. El intento de no nombrar las cosas por su nombre ha tenido un efecto bumerán y ya ha sido promovido por el Rolde de Estudios Aragoneses un manifiesto firmado por más de 600 expertos en lenguas de España y Europa defendiendo la existencia del catalán y el aragonés en Aragón.
Serrat culpa a los partidos de la oposición – PSOE, CHA e IU- y a los partidos catalanistas de esta sorna y añade que la nueva ley “pretendía acabar con la cooficialidad "ficticia" del aragonés y catalán que había impuesto la anterior ley. “Pregunten a sus habitantes que se habla en Echo o en Gistau”. Y ahí radica parte del problema. Ahora cada ayuntamiento puede decidir qué se habla en su territorio -siempre con la venia del Gobierno de Aragón- y la comunidad puede convertirse en una torre de Babel.
El profesor de la Universidad de Zaragoza, José Luis Corral, escribía en Facebook: “A la vista de la estrambótica nueva Ley de Lenguas que se ha sacado de la manga el Gobierno de Aragón, en medio mundo se están tronchando de risa al enterarse de que en algunas zonas de esta tierra se habla la LAPAO, y en otras la LAPAPYP, y que en los pueblos se hablara lo que decidan dos tercios de los concejales. Se me ocurre que en mi Daroca natal se apruebe como idioma oficial de la histórica ciudad el daroqués, con su variable modalidad el darocano en los barrios altos. En mí admirado Calatayud pueden hablar el bilbilitano, con su versión más moderna, el calatayubi, que incluye las aportaciones de los árabes. En mi querida Tarazona se hablará el turiasonense, y su modalidad popular, el tarazonica, en el barrio del Cinto, que incluirá las aportaciones lingüísticas del genial Paco Martínez Soria“.

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