20 de abril de 2017

El Rey destaca que «la convivencia del castellano y catalán es algo natural en Barcelona»

El Rey destaca que «la convivencia del castellanoy catalán es algo natural en Barcelona»

Don Felipe y Doña Letizia entregaron el premio Cervantes al escritor catalán Eduardo Mendoza
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El Rey entrega el premio Cervantes a Eduardo Mendoza
El Rey entrega el premio Cervantes a Eduardo Mendoza - EFE

El Rey ha afirmado este jueves en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares que la convivencia del castellano y el catalán «es algo natural» en Barcelona. Don Felipe ha hecho esta declaración durante la entrega del premio Cervantes al escritor Eduardo Mendoza, ceremonia a la que ha asistido con la Reina. «En la obra de Mendoza -ha dicho el Rey- conviven el castellano y el catalán, lengua esta última en la que ha escrito, hasta el momento, dos obras teatrales. Esta convivencia es algo natural en su ciudad, Barcelona, que tan bien nos describe en sus novelas».
Don Felipe también ha manifestado que Barcelona «es indudablemente una de las grandes capitales mundiales del libro» y que «desde hace décadas ha propiciado un extraordinario ecosistema cultural que ha apoyado y difundido a un buen número de creadores». Así, ha recordado que en Barcelona nacieron, además de Mendoza, otros «grandes escritores merecedores del premio Cervantes, como Juan Marsé o Ana María Matute», así como el anterior galardonado, Juan Goytisolo.
Añadió el Rey que Barcelona «también fue crucial para el nacimiento y la difusión de diversos fenómenos y movimientos literarios», como el auge de la novela hispanoamericana en los años 60. «Este ecosistema cultural barcelonés ha sido posible gracias a la labor de muchos profesionales, desde los agentes literarios -y recordó a Carmen Balcells- hasta los que componen el innovador tejido industrial y empresarial del sector del libro barcelonés».
Además, recordó que «Barcelona es también un lugar fundamental en las andanzas de Don Quijote de La Mancha». En esa ciudad «Don Quijote verá el mar por primera vez, conocerá cómo funciona la imprenta y, sobre todo, vivirá en sus playas la aventura que más pesadumbre le dio: ser derrotado en torneo por el caballero de la Blanca Luna, que no era otro que el bachiller Sansón Carrasco».
Tras entregar el galardón al premiado, el Rey destacó que «pocos escritores contemporáneos han contribuido tanto al fomento de la lectura entre jóvenes y adultos como Eduardo Mendoza, demostrando que la popularidad no tiene que estar reñida con la excelencia». Don Felipe dijo que el escritor galardonado «es un verdadero artesano del lenguaje». Recordó que el propio autor ha llegado a definirse como «un relojero de las frases» y añadió que ya decía Juan Ramón Jiménez que «quien escribe como se habla irá más lejos en lo porvenir que quien escribe como se escribe».

Lecturas del Quijote

Después de recibir la medalla y un largo aplauso que le emocionó, Mendoza recordó su primera lectura obligatoria de El Quijote, cuando cursaba preuniversitario, que la emprendió «con el mismo entusiasmo» con el que tuvo que aprenderse «de memoria los afluentes del Ebro». «Parecía ser una tortura dividida en dos partes». Pero para aquel joven que, desde niño, quería ser escritor, «la lectura del Quijote fue un bálsamo y una revelación».
Una década después lo leyó por segunda vez, cuando «era anarquista, trotskista, ignorante, inexperto y pretencioso, llevaba el pelo revuelto y lucía un fiero bigote». Y después, una tercera, hasta que se convirtió en una costumbre periódica. «Alguna vez me he preguntado si Don Quijote estaba loco o si fingía estarlo para transgredir las normas de una sociedad pequeña, zafia y encerrada en sí misma», afirmó. «Aunque esta es una incógnita que nunca despejaremos, mi conclusión es que Don Quijote está realmente loco, pero sabe que lo está, y también sabe que los demás están cuerdos y, en consecuencia, le dejarán hacer cualquier disparate que le pase por la cabeza», concluyó. «Es justo lo contrario de que me ocurre mí. Yo creo ser un modelo de sensatez y creo que los demás están como una regadera, y por este motivo vivo perplejo, atemorizado y descontento de cómo va el mundo».

Asistentes

A la ceremonia asistieron la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría; el ministro de Educación, Cultura y Deportes, Íñigo Méndez de Vigo, y el secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, entre otros. La presencia más sonada ha sido la de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, y la ausencia más visible, la del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que en otras ocasiones sí ha acudido a esta ceremonia.
La Reina acudió con un vestido-abrigo de color blanco, con hojas bordadas en pedrería de color negro, y el Rey, con chaqué, que combinó con chaleco azul y corbata roja; en la solapa, el Toisón de Oro. La ceremonia comenzó con el Himno Nacional y las palabras del ministro de Cultura. Después, el director general de Política e Industrias Culturales, Óscar Sáenz de Santa María, leyó el acta de concesión del Cervantes, que está dotado con 125.000 euros, y Don Felipe impuso la medalla al escritor galardonado. Tras las palabras de Mendoza y el discurso del Rey, el himno «Gaudeamos Igitur» cerró el acto, y los asistentes compartieron un vino español en el claustro de la Universidad.

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