22 de enero de 2017

EXORCISMO CONTRA SATANÁS Y LOS ÁNGELES APÓSTATAS

Revista Roma N° 99 - Mayo de 1987
EXORCISMO CONTRA SATANÁS 
Y LOS ÁNGELES APÓSTATAS



Publicado por orden de LEÓN XIII, Papa
EXORCISMO CONTRA SATANÁS Y LOS ÁNGELES APÓSTATAS
El "EXORCISMUS IN SATANAM ET ANGELOS APOSTATICOS iussu Leonis XIII Pont. Max. editus" fue compuesto al final de su pontificado por el papa León XIII, según el formulario de los exorcismos del Ritual Romano.
Esta oración está enriquecida con una indulgencia plenaria aplicable cada vez a vivos y difuntos.
Traducimos directamente del latín de la edición de 1903 del Ritual Romano", que lleva este título:
"RITUALE ROMANUM PAULI V. Pontificis Maximi iussu editum et a BENEDICTO XIV. auctum et eastigatum cui novissima accedit BENEDICTIONUM et INSTRUCTIONUM Appendix.

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ROMAE - TORNACI Typis Societatis S. Joannis Evangelistae DESCLÉE, LEFERVRE & SOC. S. Sedis Apost. et Rituum Congr. Typogr. 19 0 3".

Esta edición de 1903 es una de las últimas en contar con el texto completo del exorcismo.
En las ediciones posteriores, el exorcismo fue "misteriosamente" mutilado, en la "Súplica a San Miguel Arcángel", que precede al exorcismo, de la parte que ahora publicamos en negrita.
Nota del traductor
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
SALMO 67
Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos, Y huyan de su presencia los que le aborrecen. Como se desvanece el humo, que se desvanezcan, Como se derrite la cera ante el fuego, Así perezcan los pecadores a la vista de Dios.
SALMO 34
Juzga, oh Señor, a los que me dañan, Vence a mis impugnadores.(...)
Sean confundidos y avergonzados los que atentan contra mi vida. Retrocedan y sean confundidos los que maquinan males contra mí. Sean como el polvo al soplo del viento,
Y acorrálelos el Ángel del Señor.
Conviértase en tinieblas y en un resbaladero su camino,
Y persígalos el Ángel del Señor.
Porque sin causa escondieron su lazo para mi muerte
Y ultrajaron sin necesidad mi alma.
Caiga él en un lazo imprevisto,
Que la trampa que escondió lo aprehenda,
Y caiga en su mismo lazo.
Mi alma, empero, exultará en el Señor,
Y  se deleitará en su salvación.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.  Amén.

Súplica a San Miguel Arcángel
Oh príncipe gloriosísimo de la milicia celestial, San Miguel Ar­cángel, defiéndenos en la batalla y el combate que tenemos "contra los príncipes y potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus de la maldad en lo celestial" (Ef. 6,12). Ven en auxilio de los hombres, a los que "Dios creó inmortales, y los hizo a su imagen y semejanza" (Sab. 2,23) y los "compró a gran precio" (1 Cor. 6,20) de la tiranía del diablo.
Combate hoy con el ejército de los bienaventurados ángeles los combates del Señor, como peleaste antaño contra lucifer, el caudillo de la soberbia, y contra sus ángeles apóstatas; "y no prevalecieron, y no se halló más su lugar en el cielo". Sino "fue precipitado aquel gran dragón, la antigua serpiente, que se llama diablo y satanás, que seduce al orbe universo; y fue precipitado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él"  (Apoc. 12, 8-9).
He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha levantado con vehemencia. Transfigurado en ángel de luz, con toda la caterva de espíritus malignos, acosa e invade en toda la extensión la tierra, para borrar en ella el nombre de Dios y de su Cristo, y para arrebatar las almas destinadas a la corona de la gloria eterna, matándolas y haciéndolas perecer en la muerte sempiterna. En los hombres depravados de mente y corruptos de corazón el dragón maléfico transfunde, como un río inmundísimo, el virus de su maldad: el espíritu de mentira, impiedad y blasfemia, el hálito mortífero de la lujuria y de todos los vicios e iniquidades.
Enemigos muy astutos llenaron de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero inmaculado, y la embriagaron con ajenjo; enviaron manos impías sobre todo lo que ella tiene de deseable. Allí donde la sede del bienaventurado Pedro y la Cátedra de la verdad fueron instituidas para luz de las naciones, allí han colocado el trono de abominación de su impiedad; a fin de que, herido el pastor, puedan aniquilar también el rebaño. Oh, Caudillo entre todos invencible, asiste al pueblo de Dios contra las maldades de los espíritus invasores, y dale la victoria.
La Santa Iglesia te venera como custodio y patrono; se gloría de ti como defensor contra las abominables potestades terrestres e infernales; a ti te encomendó el Señor llevar las almas de los redimidos al lugar de la felicidad celestial. Ruega al Dios de la paz para que aplaste a Satanás bajo nuestros pies, para que ya no pueda más retener cautivos a los hombres ni dañar a la Iglesia. Ofrece nuestras preces ante la presencia del Altísimo, para que "se nos anticipen sin demora las misericordias" del Señor (Salmo 78, 8), y aprehendas al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y lo envíes ligado al abismo, "para que no seduzca más a las naciones', (Apoc. 20, 3).
Por ello, confiados en tu protección y tutela, por la sagrada autoridad de la Santa Madre Iglesia, confiando con seguridad en el nombre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor, procedemos a repeler los ataques de la astucia diabólica.
V — He aquí la Cruz del Señor, huid, facciones enemigas.
R — El león de la tribu de Judá, la raíz de David, ha triunfado.
R — Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros. R — Así como esperamos en Ti. 
R — Y que mi aclamación llegue hasta Ti.
V — El Señor esté con vosotros.
R — Y con tu espíritu.

Oremos
Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo nombre, y suplicantes, pedimos con insistencia tu clemencia, para que, por intercesión de la Inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de San Miguel Arcángel, de San José, Esposo de la misma Bienaventurada Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos, te dignes auxiliarnos contra Satanás y todos los otros espíritus inmundos, que vagan por todas partes en el mundo, para dañar al género humano y destruir a las almas. Por el mismo Cristo Nuestro Señor.  Amén.
Exorcismo
Te exorcizamos, oh cualquier clase de espíritu inmundo, cualquier clase de potestad satánica, cualquier clase de incursión del infernal enemigo, cualquier clase de legión, cualquier clase de congregación y secta diabólica, para que por el nombre y poder de Nuestro Señor Jesu cruz Cristo, seas extirpado y ahuyentado por la Iglesia de Dios de las almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa sangre del Cordero divino cruz Oh astutísima serpiente, ya no oses más en­gañar al género humano, perseguir a la Iglesia de Dios y zarandear y cribar como al trigo a los elegidos de Dios cruz.
Te lo manda el Dios altísimo cruz, de quien en tu gran soberbia aún presumes ser semejante; "el cual quiere que todos los hombres sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim. 2,4).
Te lo manda Dios Padre señal de la cruz.
Te lo manda Dios Hijo señal de la cruz.
Te lo manda Dios Espíritu Santo señal de la cruz.
Te lo manda la majestad de Cristo, el Verbo eterno de Dios hecho carne señal de la cruz, el cual, para la salvación de nuestro linaje, destruido por tu envidia, "se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte" (Filip. 2,8); quien edificó su Iglesia sobre una firme piedra y proclamó que las puertas del infierno nunca prevalecerán contra ella, y que permanecerá con ella "todos los días hasta la consumación del siglo'' (Mt. 28,20).
Te lo manda el sacramento de la Cruz f, y la virtud de todos los Misterios de la fe cristiana señal de la cruz.
Te lo manda la Virgen María, Madre excelsa de Dios señal de la cruz, la cual, desde el primer instante de su inmaculada concepción aplastó con su humildad tu muy soberbia cabeza.
Te lo manda la fe de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles señal de la cruz
Te lo manda la sangre de los Mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas señal de la cruz.
Así pues, oh maldito dragón y cualquier clase de legión diabólica, te adjuramos por el Dios señal de la cruz vivo, por el Dios señal de la cruz verdadero, por el Dios señal de la cruz santo, por Dios quien "así... amó al mundo hasta dar su Hijo unigénito, para que todo el que crea en El no perezca, sino que tenga vida eterna" (Juan 3, 16):
Cesa de engañar a las creaturas humanas y de brindarles el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner lazos a su libertad.
Vete, Satanás, autor y maestro de todo engaño, enemigo de la salvación humana. Cede el lugar a Cristo, en quien nada encontraste de tus obras; cede el lugar a la Iglesia una, santa, católica y apostólica, que Cristo mismo adquirió con su sangre.
Humíllate bajo la poderosa mano de Dios; comienza a temblar y huye, ante nuestra invocación del santo y terrible nombre de Jesús, delante del cual tiemblan los infiernos, a quien están sujetas las Vrtudes de los cielos y las Potestades y Dominaciones, a quien los Querubines y Serafines con infatigables voces alaban, diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios de los ejércitos.
V — Señor, escucha mi oración.
R — Y que mi aclamación llegue hasta Ti.
V — El Señor esté con vosotros.
R — Y con tu espíritu.

Oremos
Dios del cielo, Dios de la tierra, Dios de los Angeles, Dios de los Arcángeles, Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios además de Ti, ni podría haber sino Tú, creador de todas las cosas visibles e invisibles, cuyo reino no tendrá fin; humildemente suplicamos a la majestad de tu gloria que te dignes liberarnos eficazmente de todo poder de los espíritus infernales, de sus insidias, engaños y malicias, guardándonos incólumes.   Por Cristo Señor Nuestro.  Amén.
V — De las insidias del diablo
R — Libéranos, Señor.
V — Para que hagas que tu Iglesia te sirva con resguardada libertad.
R — Te rogamos, escúchanos.
V — Para que te dignes humillar a los enemigos de la santa Iglesia.
R — Te rogamos, escúchanos.

(Y rocíese el lugar con agua bendita)
(Traducción: Gustavo D. Corhi)
Fuente: Revista "Roma" N°99, Pg. 18

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