lunes, 1 de junio de 2020
MASONERÍA - 02/06/2020
Nuestro Señor Jesucristo juzgó necesario fundar una organización, la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana, para articular en una estructura visible la acción de las buenas personas de tal manera que se pudiese efectivamente implantar la religión católica en todo el mundo.
Para la expansión de una doctrina y la conquista del mundo por esa doctrina era necesaria una organización. Sin una organización nada de importante, serio, grande, estable y duradero se puede realizar.
El mismo principio se aplica para los enemigos de la Iglesia y esta necesidad también fue prevista por el demonio. Así es que para destruir la obra de Nuestro Señor el demonio estableció la masonería. Su forma actual la tomó probablemente entre los siglos XV y XVI. En sus comienzos fue un gremio de constructores y posteriormente se transformó en una sociedad secreta bajo la influencia de judíos que entraron en ella. Su objetivo es implantar el reino de Satanás en la Tierra si bien que esto lo oculta a los que están en los primeros grados de iniciación y presenta una cara filantrópica al público en general. Además, propone la adoración al demonio al igual que la Iglesia Católica propone adorar al Dios verdadero. Por tanto, la masonería es la iglesia del demonio y trata de difundir el satanismo por todo el mundo. Fue por eso que ya en 1738 Clemente XII condenó a los masones a la pena de excomunión publicando la bula In eminenti. Entre la Iglesia de Jesucristo y la iglesia de Satanás existe la más completa e irreconciliable oposición.
Luigi Villa fue ordenado sacerdote en 1942 y cuando fue a conocer al P. Pio, famoso ya por su discernimiento de los espíritus, éste le dijo que la Iglesia estaba invadida por la masonería y que tenía que dedicar toda su vida a defenderla, especialmente de la masonería eclesiástica. Pio XII aprobó esa orientación y comenzó a trabajar como agente secreto a las órdenes del Cardenal Ottaviani, Prefecto del Santo Oficio. Desde la subida al poder del masón Montini sufrió una implacable persecución con varios intentos de asesinato incluidos.
A modo de gobierno mundial en la sombra se reúnen cada año más de cien participantes del Club Bilderberg con la finalidad de preparar a la opinión pública para el Nuevo Orden Mundial que quieren implantar, pero sus conclusiones son secretas. Existen tres niveles de participantes, los invitados es el grupo más numeroso y se compone de gente influyente a la que sondean para ver si se les unen a sus planes, el Comité directivo, está compuesto por treinta y tres miembros permanentes que tienen sus reuniones aparte para tratar temas más reservados, y la cúpula, formada por unos pocos masones como Rockefeller o Rothschild.
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