Extrema derecha en alza
El miedo al yihadismo no puede servir de caldo de cultivo para ideologías contrarias a lo que representa Europa
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La irrupción violenta de medio millar
de militantes de extrema derecha en la manifestación celebrada el
domingo en Bruselas contra los atentados de la semana pasada no es una
anécdota sino un revelador síntoma de cómo la situación de temor creada
por el terrorismo yihadista se ha convertido en un caldo de cultivo
inmejorable para diferentes grupos, existentes con mayor o menor fuerza
en todos los países de la Unión Europea, que predican un mensaje racista
y xenófobo.
No se trata ya solo de la entrada en algunos Parlamentos —tal y como
sucedió en las pasadas elecciones regionales en Alemania— de partidos
con un mensaje absolutamente contrario a los valores encarnados por el
proyecto de construcción europea como la diversidad, ayuda mutua o
tolerancia. El temor y la crispación generados por los sucesivos
atentados yihadistas entre una población agredida y que demanda
respuestas está siendo aprovechada por estos grupos para dar un paso más
y mostrar —tal y como sucedió en Bruselas— su presencia en la calle.
La lucha contra el yihadismo, la mayor amenaza de seguridad a la que se enfrenta Europa, exige mucho más que demostraciones de fuerza de carácter matón arropadas con consignas de fácil consumo. Las políticas de seguridad y defensa de los Gobiernos democráticos de la UE son, sin duda, menos emocionales y espectaculares que la acción inmediata, pero son la única vía democrática de victoria ante el terror. El creciente auge de la extrema derecha en Europa puede suponer un importante obstáculo en esta lucha.
El crecimiento de la extrema derecha no es algo que deba tomarse a la ligera ni puede formar parte, sin más, del paisaje político europeo. La existencia, por ejemplo, de un partido abiertamente neonazi en Grecia no debe dejar indiferente a nadie. Europa tiene un gran enemigo al que batir, pero no debe echarse en los brazos de ideologías contrarias a su propia esencia.
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La lucha contra el yihadismo, la mayor amenaza de seguridad a la que se enfrenta Europa, exige mucho más que demostraciones de fuerza de carácter matón arropadas con consignas de fácil consumo. Las políticas de seguridad y defensa de los Gobiernos democráticos de la UE son, sin duda, menos emocionales y espectaculares que la acción inmediata, pero son la única vía democrática de victoria ante el terror. El creciente auge de la extrema derecha en Europa puede suponer un importante obstáculo en esta lucha.
El crecimiento de la extrema derecha no es algo que deba tomarse a la ligera ni puede formar parte, sin más, del paisaje político europeo. La existencia, por ejemplo, de un partido abiertamente neonazi en Grecia no debe dejar indiferente a nadie. Europa tiene un gran enemigo al que batir, pero no debe echarse en los brazos de ideologías contrarias a su propia esencia.
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