7 de junio de 2014

¿Dónde están los ciudadanos europeos?

¿Dónde están los ciudadanos europeos?

Por:  27 de mayo de 2014
Marie-José Garot - IE Law School y titular de la Catedra Jean Monnet-IE
Marie-José Garot.pngAl poco tiempo de conocer los resultados definitivos de las elecciones europeas, ya se ha escrito y comentado mucho. Quería sin embargo añadir algunas reflexiones sobre uno de los aspectos relevantes de esas elecciones: la baja participación de los ciudadanos europeos en la única elección directa de una de las más importantes instituciones europeas.
Como sabemos, la baja participación que se ha experimentado en las últimas elecciones se confirma. Después de una participación del casi el 62% en las primeras elecciones al Parlamento Europeo en 1979, la tasa de participación ha ido bajando constantemente hasta llegar al 49,5 % en 1999 (en una Unión Europea de 15 Estados miembros); un 45,5 % en 2004 (Unión Europea de 25 Estados miembros) y un 43 % en 2009 (Unión Europea ya de 27 Socios).
Esta vez, ha sido del 43,09%, los optimistas han visto como una buena noticia el hecho de que no haya bajado del 43% de 2009, más bien al contrario (aunque ligeramente). Es importante ser consciente de que ese resultado es obviamente una media entre los 28 actuales Estados miembros y que existen diferencias importantes de un Estado a otro.
Recordamos que en algunos Estados miembros como Bélgica, Luxemburgo, Chipre y Grecia el voto es obligatorio (con sanciones más o menos fuertes en caso de no acudir a las urnas), lo que explica que la participación haya podido alcanzar el 90 % en Bélgica y Luxemburgo. En cambio, es preocupante ver que en algunos Estados la abstención ha batido records: ¡el 87% en Eslovaquia, por ejemplo! En 13 Estados miembros, la abstención ha sido igual o superior a 60%. 
Además, si seguimos con ese análisis, en muchos de los países en los cuales la tasa de participación ha aumentado – siempre ligeramente - en relación con las elecciones europeas anteriores, los partidos claramente euroescépticos- sino directamente “eurofobos”- se han beneficiado de ese aumento.
Pensemos en Francia (la participación ha aumentado casi el 3%), donde el Front National ha sido votado por uno de cuatro electores franceses. Lo mismo se podría decir de Reino Unido donde el Ukip ha sido el partido más votado. Incluso en Alemania, se puede trazar un paralelo entre aumento de participación (del 43,27 al 47,90% en 2014) y emergencia de partidos contrarios al proyecto europeo (como AFD por ejemplo). En España, el aumento de la participación (pasó de 44,87 en 2009 al 45,90% en 2014) ha beneficiado también a los nuevos partidos, no todos entusiastas del proyecto europeo. 
Las causas del desinterés ciudadano pueden ser múltiples: una campaña más en clave nacional que en clave europea (véase en particular el caso español, en la cual no se debaten de los temas que son verdaderamente “europeos”: modelo social europeo, las políticas de medioambiente, la política agrícola común, la política comercial europea y el futuro Tratado TFTA- Transatlantic Free Trade Area, el futuro político de la Unión Europea etc), una desconfianza hacia la clase política (sobre todo en los Estados más castigados por la crisis económica), una desconfianza hacia el proyecto europeo - difícil de entender cuando no parece alejado del día a día de los ciudadanos, o en el origen de todas las políticas de recortes.
Incluso cuando tenemos un Parlamento Europeo más poderoso que nunca - colegislador y de cuya mayoría puede surgir el candidato a presidir la Comisión Europea - los ciudadanos europeos acuden sin ningún entusiasmo a las urnas.
En cuanto a lo que implica el bajo nivel de participación ciudadana, está claro que afecta a la legitimidad misma del proyecto y de sus instituciones y eso es una de las conclusiones más preocupantes que se pueden sacar de estas elecciones.
Es urgente que los líderes nacionales y europeos encuentren las claves para renovar el proyecto europeo y convencer a los ciudadanos europeos de que nuestro futuro pase por esa Unión Europea renovada y revitalizada. Es, sin duda, una de las tareas que incumbirá al nuevo Presidente de la Comisión Europea, respaldado por el nuevo Parlamento Europeo, si queremos que la Unión sea legítima y pueda perdurar. ¡Buena suerte, Mister President!


Marie-José Garot es Profesora de IE Law School y titular de la Cátedra Jean Monnet-IE, además de ser la directora del Centro de Estudios Europeos-IE.

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