5 de mayo de 2014

Adolfo Suárez urdió la transición en una sastrería

Adolfo Suárez urdió la transición en una sastrería

Día 30/03/2014 - 17.09h

En el probador de Pajares, su sastre, el presidente se reunía con Mario Armero, enlace de Carrillo

La moda le jugó una mala pasada Adolfo Suárez durante su presidencia a mediados de los años 70. El carismático político, que entendía que sus estilismos eran de vital importancia para consolidar su imagen como presidente de la Transición, se apuntó a una moda importada de Italia: la de dejar el primer botón de las mangas de la chaqueta desabrochado. Cuando decimos «se apuntó», queremos decir que «le apuntó» su sastre de cabeceraAntonio Pajares.
Pajares elaboraba trajes a medida en su selecta sastrería de la calle Eduardo Dato de Madrid. Por sus puertas pasaban tanto hombres de poder como dandis de la época. Acudía a él casi todo el consejo de ministros, desde Fernando Suárez hasta Ignacio Camuñas, Jesús de Polanco, presidente del grupo Prisa y el actorArturo Fernández. Fue a finales de los 60 cuando adoptó esta curiosa tendencia en moda masculina, que era clásica en el famoso sastre italiano Domenico Caraceni, que tenía talleres en Roma y en Milán. «No abrochar jamás el primer botón de las mangas de las chaquetas», dictaba Pajares a sus clientes, explicando que era el nuevo súmmum de la elegancia masculina.
Más que elegancia masculina, lo que indicaba era que el traje estaba hecho a medida. Solo las chaquetas a medida permiten desabrochar los botones de las mangas, ya que las que vienen «de serie» no tienen los ojales abiertos. En el caso de las chaquetas de prêt-à-porter, los botones estaban cosidos sobre la manga y los ojales estaban puestos a modo de trampantojo; así, en el caso de tener que acortar la manga se podía hacer sin más, descosiendo y volviendo a coser los botones.
Pero en una España donde muy poca gente entendía de moda, y aún menos podía permitirse un traje a medida, en vez de interpretar el toque de estilismo como algo elegante y exclusivo se interpretó como una dejadez. ¿Y lo peor? Acabó pagando por ello su querida esposa,Amparo Illana. La mujer del presidente recibía en La Moncloa decenas de cartas de amas de casa españolas indignadas, que consideraban que no atendía debidamente a su marido, porque no le cosía los botones de las chaquetas.
Mal podían imaginarse estas abnegadas amas de casa que era lo último en moda importado desde Italia. A falta de Twitter, de Instagram o de una página de Facebook oficial, fue el mismo Pajares el que finalmente tuvo que hacer declaraciones a la prensa, explicando que no le faltaban botones a las chaquetas del presidente, para tranquilizar a las amas de casa en pie de guerra sartorial.
Para los que dudaban que la moda y la política van de la mano, cuentan que cuando Adolfo Suárez necesitó del silencio, la discreción y el anonimato para reunirse con Mario Armero, enlace de Carrillo, que se hallaba en Francia, no encontró mejor lugar para hacerlo que elprobador de arriba de la exclusiva sastrería de Madrid de Antonio Pajares. Lo demás es ya historia.

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