Autora invitada: Mª Ángeles López Romero, periodista y escritora, es redactora jefe de la 'revista 21' y autora de 'Mamá, ¿Dios es verde? Respuestas nuevas para las preguntas de siempre'.
Anteayer saltaban a las portadas de los diarios, éste incluido, titulares sobre las últimas declaraciones del cardenal Antonio Mª Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal española, en los que se destacaban sus palabras sobre el aborto y el matrimonio entre homosexuales. Que los obispos, y la mayoría de los católicos con ellos, estén en contra del aborto es natural porque consideran que hay vida desde el inicio de la gestación. Pero lo que no es de recibo es que nuestros obispos quieran imponer sus opiniones y deseos a un gobierno elegido democráticamente y legítimamente constituido. Ahí reside el problema.
Antonio María Rouco Varela. Emilio Naranjo/EFE
La nostalgia incurable del Estado de cristiandad lleva a nuestros prelados a exigir y reclamar a los sucesivos gobiernos una legislación que se adecue fielmente a sus principios morales. Y esto no es admisible en un Estado de derecho.
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