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Pilotos chinos «made in» Huesca
Son jóvenes, aplicados y conscientes de ser unos privilegiados. Llegan desde China para titularse como pilotos de líneas aéreas, con su formación y estancia pagadas por compañías de su país. China tiene homologadas una docena de escuelas de pilotos en el extranjero. Una de ellas está en Huesca
ROBERTO PÉREZ | HUESCA
Las aulas de la escuela de pilotos instalada en el Aeropuerto Huesca-Pirineos tienen una peculiaridad: todos sus alumnos son chinos. Son jóvenes de entre 20 y 22 años, normalmente titulados en estudios universitarios relacionados con la aeronáutica, que logran ser seleccionados por aerolíneas chinas para incorporarse en sus plantillas de pilotos. Para prepararlos, esas compañías les envían a escuelas situadas en otros países del mundo, porque la capacidad que tiene China para formar a los pilotos que necesita son limitadas.
No es fácil obtener la homologación de la Aviación Civil china para convertirse en escuela de pilotos acreditada por el gigante asiático. Hay una docena en todo el mundo y una de ellas está en Huesca. Se trata de la escuela de pilotos Top Fly, compañía con centros en Sabadell y en la capital altoaragonesa.
En marzo de 2006, Top Fly logró la homologación de China y un año más tarde empezaba a preparar a sus primeros alumnos llegados desde ese país. Desde entonces han salido de esta escuela, licenciados como pilotos de transporte de línea aérea, unos 300 jóvenes chinos. Todos los alumnos que hay en este centro proceden del gigante asiático. En estos momentos hay cerca de cien y en abril se espera que se incorpore una nueva promoción.
Gran demanda
El crecimiento económico ha disparado la actividad de las líneas aéreas chinas. Se han multiplicado los vuelos interiores en ese gran país. «China necesita del orden de unos 2.000 nuevos pilotos al año», explica a ABC el jefe de comunicación de Top Fly, Jordi Mateu. Esta escuela española tiene actualmente como clientes a siete aerolíneas chinas. La primera fue Air China y luego se sumaron más.
Las compañías son las que pagan íntegramente la formación y la estancia de sus futuros pilotos. Los alumnos sólo tienen que concentrarse en sacar adelante sus estudios, y los profesores aseguran que lo hacen. «Son muy aplicados, vienen muy concienciados de que son unos auténticos privilegiados en su país. En China, el estatus social que tiene un piloto es muy elevado», indica Mateu. Tan aplicados son que en un año cumplimentan el curso de pilotos, lo que a un alumno local le supone dos años. Para eso tienen que trabajar duro, con un programa concentrado, intensivo, clases de mañana y tarde seis días a la semana.
Cuando vuelven a su país, ya titulados, suelen empezar su carrera como copilotos. Los aparatos más habituales en transporte de viajeros en China es el Airbus 320 y el Boeing 737-800, modelos preparados para hacer trayectos equivalentes a los recorridos sin escala dentro del continente europeo.
También habrá vietnamitas
Las clases de la escuela de pilotos del Aeropuerto de Huesca recibirán también, en los próximos meses, alumnos vietnamitas. Ese país ha homologado a este centro para formar a sus aviadores y Top Fly espera recibir a los primeros alumnos en otoño. En cualquier caso, la mayor parte del alumnado de esta escuela de pilotos seguirá siendo chino: las dimensiones de Vietnam, el número de pilotos que demanda y su lista de aerolíneas son mucho más reducidos que en China.
En el caso de Vietnam, esta escuela de Huesca se ha convertido en la segunda homologada fuera del país -la otra está en Francia- y la única para formar a futuros pilotos de helicópteros de ese país.
Mientras tanto, el centenar de alumnos chinos que se encuentran ahora en la escuela oscense se aplican a fondo. Saben que, si superan con éxito esta formación fuera de su país, cuando vuelvan se convertirán en parte de un selecto grupo social.
Los jóvenes chinos que acuden a Huesca a formarse como pilotos tienen que aplicarse en los estudios, pero también habituarse con lo que supone la estancia de un año alejados de su familia, de su país y de sus costumbres. La barrera del idioma se salva utilizando el inglés en todo momento, en las clases y en las conversaciones con el personal de la escuela. Eso sí, para facilitarles el salto que supone la estancia fuera de su país, se procura que puedan mantener ciertas tradiciones. «Por ejemplo, cuando se celebra el Año Nuevo chino preparamos una fiesta para que lo conmemoren», explica el piloto y jefe de comunicación de esta escuela de la empresa española Top Fly, Jordi Mateu. Pero también se cuidan otros detalles como la dieta. El estómago nota de lleno el cambio de país, y a ellos este apartado no les resulta «traumático». La comida española, y en particular el menú altoaragonés -con platos tan sabrosos como a menudo contundentes-, la tienen a su disposición nada más llegar. Pero prefieren mantener la costumbre culinaria de su tierra. Y para que puedan hacerlo, los futuros pilotos chinos que se forman en Huesca tienen un cocinero que, diariamente, les prepara las tres comidas de cada jornada con recetas propias del país asiático. Los alumnos se alojan en una residencia situada en el complejo formativo que Top Fly tiene en el aeropuerto Huesca-Pirineos. Y allí, a diario, acude este cocinero chino afincado en Huesca, para que estos jóvenes puedan seguir disfrutando los platos de su país.