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Las Españas son la realizacíon en el campo politico-social del principio de estética: "La belleza consiste en la unidad dentro de la variedad"
Vamos aproximándonos a la Semana Santa en la que se conmemora la Pasión de Nuestro Señor. El Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia, pasa hoy por una pasión dolorosa. Su pasión en nuestros días consiste en su eclipse total mientras los hijos de las tinieblas la parodian, como se ve en la foto al camarada Bergoglio disfrazado de Papa para sustentar el comunismo en Cuba, y otros duermen indiferentes.
Ante la escasez de alimentos y productos básicos, que obliga a la población a hacer largas colas para abastecerse en medio de la pandemia en Cuba, la policía comunista, con el estómago lleno, quiere hacer cumplir las medidas de cuarentena y que todo el mundo esté en sus casas, pero el Gobierno no garantiza lo más elemental a los cubanos, que salen a las calles desesperados por resolver el plato de comida diario para sus mesas. Así fue la revuelta reciente en La Habana donde se pudo gravar en vídeos a las personas aglomeradas con máscaras encima de las patrullas de policía, mientras los oficiales rociaban con spray a la gente que gritaba e incluso lanzaba piedras. Argumentan que el régimen no puede exigir aislamiento cuando no garantiza la alimentación, el jabón para la higiene, ni siquiera el agua.
Este mes celebramos a San José, patrón de la buena muerte, tan de actualidad por el castigo misericordioso para el mundo de la epidemia difundida por China. Todo sugiere que, en su muerte, fue asistido por Nuestra Señora y el Divino Redentor, que le ayudaron a elevar su alma a esa perfección pinacular para la cual fue creado. No era la perfección de Nuestra Señora, pero era una perfección extraordinaria. Cuando la mirada de San José, ya nublada, se estaba apagando para la vida, al contemplar a quien era su esposa y a quien legalmente era su hijo, se extasió con la continua ascensión en santidad de Nuestra Señora y de su Divino Hijo. Al verles elevarse así, también él crecía en su propia santidad. Esta triple ascensión continua en la humilde casa de Nazaret constituyó el encanto del Creador y de los hombres, tres perfecciones que alcanzaron el pináculo al que cada una debería llegar. Eran tres auges que se amaban intensamente y se compenetraban profundamente, perfecciones altísimas, admirables, pero desiguales, realizando una armonía de desigualdades como nunca antes hubo en la faz de la Tierra. Sin embargo, la jerarquía puesta por Dios entre esas sublimes desigualdades era de un orden admirablemente inverso: el que era el jefe de la Casa en el plano humano era el menor en el orden sobrenatural, mientras que el niño, que debería obedecer a sus padres, era Dios. Una inversión que nos hace amar aún más las riquezas y complejidades de cualquier orden verdaderamente jerárquico, y eso impulsa al alma fiel, deseosa de meditar sobre un tema tan elevado, a entonar un himno de alabanza, de admiración y de fidelidad a todas las jerarquías y todas las desigualdades establecidas por Dios.
Esclavitud, ruda y extraña palabra, sobre todo para los oídos modernos, habituados a oír hablar, en todo momento, de desalienación, de liberación, y cada vez más propensos a la gran anarquía, la cual, como una calavera con la hoz en la mano, parece reír siniestramente a los hombres.
Una estudiante de fisioterapia de 23 años fue violada y torturada durante 45 minutos por seis hombres el 16 de diciembre de 2012 en un autobús en marcha en Nueva Delhi cuando regresaba a su casa acompañada por un amigo al que golpearon con una barra de hierro dejándolo inconsciente. La joven falleció a causa de las heridas 13 días después en un hospital de Singapur.
Hay una esclavitud que libera y hay una libertad que esclaviza. La esclavitud que libera nos la enseña San Luis María Grignion de Montfort. Se trata de la esclavitud de amor a la Señora de todos los Pueblos.